miércoles, 19 de diciembre de 2012

Sin ti no soy nada.-Amaral

Amaral-Sin ti no soy nada.

Sin ti no soy nada,
una gota de lluvia mojando mi cara
mi mundo es pequeño y mi corazón pedacitos de hielo
solía pensar que el amor no es real,
una ilusión que siempre se acaba
ahora sin no soy nada

sin ti niña mala,
sin ti niña triste
que abraza su almohada
tirada en la cama,
mirando la tele y no viendo nada
amar por amar y romper a llorar
en lo más cierto y profundo del alma,
sin ti no soy nada

Los días que pasan,
las luces del alba,
mi alma, mi cuerpo, mi voz, no sirven de nada

Porque yo sin ti no soy nada
sin ti no soy nada
sin ti no soy nada
me siento tan raro,
las noches de juega se vuelven amargas
me río sin ganas con una sonrisa pintada en la cara
soy sólo un actor que olvidó su guión,
al fin y al cabo son sólo palabras que no dicen nada
los días que pasan,
las luces del alba,
mi alma, mi cuerpo, mi voz, no sirven de nada
qué no daría yo por tener tu mirada,
por ser como siempre los dos
mientras todo cambia
porque yo sin ti no soy nada
sin ti no soy nada
sin ti no soy nada

Los días que pasan,
las luces del alba,
mi alma, mi cuerpo, mi voz, no sirven de nada
qué no daría yo por tener tu mirada,
por ser como siempre los dos
mientras todo cambia
porque yo sin ti no soy nada
sin ti no soy nada
sin ti no soy nada.




lunes, 17 de diciembre de 2012

Soneto Sangriento. Black Aggie.


Descubrí en mis deseos tu efluvio

en lo más profundo de mi corazón.

¿Cómo amarte y no lastimarte,

ni alejarme sin perder la razón?


No pude escapar de esos ojos

ni huir del hechizo de esa voz,

mi deseo derrumbó ese temor

tornándolo en un profundo amor


No importa lo que haya que dejar

quiero contigo siempre estar,

y no separarnos por nada jamás.


Te amo como nunca antes sentí.

Si no tienes miedo a morir,

serás de mí por la eternidad.


No importa lo que haya que dejar

quiero contigo siempre estar

y no separarnos por nada jamás


Te amo como nunca antes sentí.

Si no tienes miedo a morir,

serás de mí por la eternidad




viernes, 14 de diciembre de 2012

El pequeño conquistador de cobre negro.

Había una vez un pequeño conquistador. Su planeta estaba cubierto de oro, sus habitantes eran de plata fina, los pequeños estaban hechos de cobre macizo y al crecer, las manchitas en su cuerpo les soltaban una capa de plata muy gris, hasta que con el tiempo a la intemperie, está se volvía muy plateada y blancuzca. Pero el pequeño conquistador había nacido deforme, él nació siendo de plata fina y a él de las manchitas le salía cobre negruzco. Mientras más pasaba a la intemperie, más negro se volvía su cuerpo de cobre, hasta quedar hecho de un cobre prieto, su cubierta despertaba a sus alrededores toda clase de reproches y negaciones. Tan pronto la gente notó cómo en su piel se producían los cambios, pensaron que era una enfermedad contagiosa; guardaban metros de distancia y él apenas podía hablarles a gritos. Se sometió a los más rigurosos tratamientos de metales que podían haber en su planeta: primero lo echaron a un río cubierto de grises y blancos, pero al primer contacto de su piel con el río este se volvió negro y jamás fue gris ni blanco de nuevo. Le encerraron en un cuarto hecho de plata, donde todo estaba hecho de plata y de la más fina. La ropa, el escusado, la comida, los libros, todo estaba hecho de plata. Pero apenas estuvo un par de meses, todo se había llenado de cobre negro, adherido sin poder despegarse de la plata. Fue condenado entonces al exilio, donde tuvo cientos de horas que dedicar a sus pensamientos. Nunca encontró porque había nacido distinto, pero encontró la única forma de solucionarlo: para que no fuera más distinto, todos debían ser iguales a él, de esa forma, nadie podría sentir asco o temor de tener una piel de cobre, negruzca e irreparable. Así empezó su lucha, se presentó en cada campaña política ofreciendo su propuesta, dando a conocer sus más brillantes ideas; de momento fue ignorado, los habitantes parecían muy agusto con su piel de plata fina, sin embargo, tan pronto empezaron a entender que ser de cobre los hacía diferentes a los demás, empezaron a seguirlo y a escucharlo. Fue ahí cuando todos querían ser distintos, para ser notados entre los demás habitantes y darse a conocer como un producto extraño, y tal vez por ello, mejor que el resto. En la empresa del pequeño conquistador ya había más de cientos de habitantes dispuestos a cambiar su piel. Él, poniendo sus manos en sus frentes y besando sus labios metálicos, contagiaba así de su defecto genético a los habitantes. Durante un mes se dedicó a tocar frentes y besar labios, hasta convertir a toda la población en habitantes de pieles hechas de cobre negruzco, todos eran felices, todos se sentían únicos y por demás auténticos  aquel recuerdo de estar hechos de plata fina les producía nauseas. Cuando un habitante nacía, sus padres le ponían las manos en la frente y le besaban los labios tan pronto este veía la luz, así su piel jamás chorreaba plata al crecer, sino que salía de ella un negro cobre.
Tanto tiempo dedicándose a crear un mundo donde todos fueran como él, le habían producido cambios. El haber estado en contacto con la plata fina en tantas ocasiones, le había hecho la piel más gris y blanca. De sus poros el metal se escurría como plata, y en un par de meses más, esta ya era una plata bien formada, era plata fina. El mundo era feliz ahora, pero él seguía siendo completamente distinto, porque ya no estaba hecho más de cobre negro, sino de la plata fina. Los habitantes le temieron una vez más, no reconocían quién era, lucía tan distinto y anormal, era un esperpento. Fue exiliado otra vez, y en sus pensamientos trataba de saber en qué había fallado. Su error fue querer convertir al mundo en lo que él era, cuando sin importar cuantas veces se engañará, él iba a seguir siendo lo que el era: alguien distinto.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Confesiones, el capítulo negro. Adiós a la locura, al amor de la locura.


Christiansen entra a la sala. Se avienta al sofá, mira de frente a su locura y calándose los lentes comienza a hablar.

-¿Puedo detenerte? ¿Puedo acaso conseguir que tu libertad no sea un brillante disparate? No, no puedo. Parece ser que vas a ese lugar con todas tus ganas, con todas tus bondades y no con tus armas; sin en cambio esa es tu voluntad, sine qua non podría acusarte de querer hacer lo que haces. Porque tú lo quieres, lo quieres y yo no sé cómo explicarte que me obligo a ser tolerante, a adaptarme al incrédulo modo de la creencia basada en la confianza. Esos golpes de fe ciega que dejan los sentimientos dispuestos a ser violentados por el ejercicio de tu libertad irracional. No debes estar jugando a recibir el mismo amor de todas partes, no debes. Pues de hacerlo tendrás a tu merced las almas que se dejen llevar por el discurso que encierran tus besos, por el místico erotismo que induces con la mirada. Y esas almas, pedirán un sitio, un sitio que sea respetable. Gimotearan "Oye, dame mi lugar, respétame". Alardearan "Yo puedo ser mejor que el otro, ese ni te quiere y te trata mal. Aquí estoy yo, bien abierto para ti". No es más que un producto venenoso que consumirá a los otros que estén en la competencia por ti, pero tal vez, y solo tal vez, ese producto venenoso que tiene intención de destruir lo poco que uno ha construido, sea lo que de verdad necesitas. Ese amor urgido, ese amor banal, mundano, fugaz, sin conocimiento pleno. Sé que tu libertad no es más que una calumnia, todavía no has entendido lo que son las cosas, porque vives encerrada en tu ingenuidad. Ves las cosas sin el dato de urgencia e importancia. Para ti la solución es una conspiración, una constricción de tus actos. ¿Y por qué te besaste con él a escondidas, querida locura? ¿Por qué vienes a decirme que a mí es al que me quieres? Te creo y entonces el ingenuo soy yo. Demostrado queda que tu recurso es el silencio, la omisión. Seguirás yendo hacía allá mientras más uno lo prohíba, porque eso es parte de lo exquisito en tus pasos de rebeldía. Encanta saber que es prohibido y que tendrás cómplices dispuestos a arrancarte la ropa ¡Vaya éxtasis! Sin darte cuenta caerás en un juego de secretos, evitarás a toda costa que sean revelados y cuando te obligue a decírmelos, ni si quiera me darán ganas de mirar tu cara, sé que ahí estará la culpa. Por eso no te prohíbo más nada, ni te comprometas si quiera, tampoco sientas la obligación de responder como yo quiera. ¿Es tu libertad no? Vamos, disfrútala, goza ahora de ella ya que la tienes porque mañana puede te encuentres con alguien que sea de restricciones, que te regañe solo por mirar a alguien, que te grite por estar con tus amigos, que se enoje y te maltrate exclusivamente por no obedecer lo que te pide.  Haz lo que se te de la gana, locura, lo que se de te la pinche gana.

La locura de Christiansen no puede creer lo que acaba de escuchar. Da un sorbo a su café y responde a la ofensiva:

-La vida me ha llevado a dejar de creer en muchas cosas pero, en cambio, me ha obligado- y muy en contra de mi voluntad- a conservar muchas otras creencias que, por numerosas razones, me hubiera convenido desalojar de mi espíritu. Me ha pedido renunciar estúpidamente a las garras que poseo. Si el oso Grizzly no lo hace ¿por qué yo debería hacerlo? Me sorprende y me irrita que digas que comprendes perfectamente aquello sobre lo que llevo toda mi vida debatiéndome sin haber encontrado nunca una respuesta plenamente satisfactoria. Me alarma tu jactancia y tu soberbia me predispone a contradecirte. ¿Cómo puedes pensar semejante calumnia? ¿A caso has dejado ver el río que alumbra?
Pero, pregunto yo, ¿cómo se puede derivar la felicidad de los actos?, y ¿para qué?, ¿para bendecir ese acto y maldecir aquel otro?, y ¿de qué puede servir una tal felicidad si para conservarla hay que seguir actuando? Sí lo vi, lo vi y nos besamos. Jugueteamos y entonces sonreí sintiéndome feliz, después llegaste tú con los reclamos y me sentí mierda  ¿Condenaré el haberlo visto si quiera como un acto maldito? ¿Por qué? ¿Por qué me gusta verlo y estar con él? El acto fue una majadería, es obvio, pero ponte a pensar en lo que haz echo tú. Además también haz tenido actos muy posesivos, reaccionas muy colérico de cualquier cosita. Tus actos no son los correctos. Por ahora prefiero no hablar de eso… pero para que no abrigues la idea de que me he limitado a rechazar todas esas doctrinas que concluyen en normas eficaces, que seguidas al pie de la letra otorgan la Beatitud, te diré que no puedo creer en esa condición biológica de la felicidad que reconoce el acto como el agente seminal que fecunda una matriz insuficiente por sí misma para engendrarla. Porque estoy harta de ser feliz con los actos. Me harte de sentirme alegre porque se actúa como se debe o no se debe. Al diablo con todos los actos, el accionar es para comer y nada más. Si para comer necesito matar, adelante lo haré. Porque el jodido set del universo se ha implantado en un lugar completamente amoral, donde la existencia está condicionada en términos de felicidad por posesión o cuentas. Ya no me rinda nadie más cuentas, que me harte también de fecundar la insuficiencia por si sola y me he desesperado de justificar la irregularidad.
Me piden que sea razonable y entienda las cosas diferentes. Basura. Me cansé de usar también la razón. Ésta, sólo adormece mi ánimo para odiar y recelar, disfrutar y cogerme a la vida. Mis ganas de romper con el mundo y sus costumbrismos mediocres. Mis ganas de sentir adrenalina con el engaño y la mentira.
Vives en una modernidad agobiante, con su falsa promesa de la ilustración ¿Te das cuenta? La humanidad no está preparada para ser libre, porque en su libertad agrede a los demás. No la entiende, no la comprende, solo la quiere y hará de todo por tenerla, como si su naturaleza fuera esa. Basura. ¿Me pide la razón que tolere la invasión y me quede ahí pasiva justificándolo todo? ¡Date cuenta! El mundo es tu enemigo, todos te engañan, todos mienten ¡Miente tu también! ¡Sal y diviertete! ¡No te ocupes de nadie ni de nada que no sea de ti mismo! Ahí estará tu felicidad, vamos, olvídate de que amas cuando se trate de las que te gustan, anda de coqueto si eso te hace bien al estomago. Te estoy pidiendo a gritos que no me quieras, que no me procures, que no me protejas o me seas sincero. Con mis actos te pedí que te alejarás, que perdieras tu interés en mí, que dejarás de ser tan aprensivo. Te lo repito, el mundo está jodido, están todos drogados. Todos son una bola de egoístas que buscan su propia felicidad, a través de su libertad, en especial esa que te parece irracional solo por no considerar los sentimientos de otros a la hora de materializarse en actuar. ¿Te vas a quedar ahí sacrificándote a ti mismo por mi bienestar? ¿Me vas a seguir dejando verte la cara de imbécil a mi gusto? Ja ah Christiansen. Mienten.
 Ella en especial lo hace. ¿Por qué sigues queriendo defenderla a pesar de todo lo que ya te ha demostrado?"Uy todos somos humanos y cometemos errores" ¡Inocente niño, estúpido niño! ¿Estás llorando? Pobre, me compadezco de ti. Veo que esas orejas, esos ojos, esos labios y esas manos han visto mucho y han perdonado mucho a la vez. Pero reflexionar sobre este tema, con una obstinación que parece llevar siempre a los excesos, es cosa de poetas desilusionados.

Christiansen traga saliva. Sus puños se apretujan, quiere gritar, no puede hacerlo. Quiere llorar, tampoco puede hacerlo. Desea escapar y todo lo que le queda es esa sala y esa locura.

-Detesto que a la gente se le ocurra pensar que soy una maldita maquina. Pese a esta falsa y estulta declaración de que soy una maquina, tengo que fingir que la soy. Que mis tejidos son engranes mecánicos, que mis órganos son aleaciones férreas de metal. ¿Y para qué? Para no sentir, para no sangrar ni padecer las impurezas y vilezas de los seres que me rodean, en especial de los que amo y dicen amarme. Exclusivamente algunos, por haber estado tan en "especial" categoría en el pasado, los que quiero y considero: son capaces de aprovecharse para desajustar y desbaratar mis configuraciones. Pervierten mi mente, porque yo así se los permito ¡Es como un tornado que embiste mi ciudad más preciosa! No me hagan esto por favor, no me compliquen más las cosas, si están mirando que soy funcional cuando se me quiere y no cuando se me pretende querer ¿qué necesidad de retarme y sacarme de mi quicio? Quisiera decir, que además de padecer y gozar, también puedo dejar de confiar. ¿Y es qué como confiar? ¿Dejarás que un embustero que te robó entre a tu casa? ¿Le darás acceso a sabiendas que ya te robo una vez? ¡Digo, sólo que fuera un hijo! Empero tratándose de la fugacidad del ser consonante a mis emociones (como receptor bivalente, ahora antenas  y mar de génesis de cráneo) ¿con qué objeto entonces su perfecto regreso? Pues mínimo, el fideicomiso, es decir, no va a ser nada igual. No puedo seguir confiando en ti querida locura, no puedo.

La locura lo interrumpe con fuertes aplausos y exclamando ¡Bravo! ¡Bravo! Christiansen continua su monologo.

-Porque tú has querido que nada sea igual para ti, tú misma me acabas de pedir que no te quiera, que me despegue de ti. Si hoy recibías un abrazo con ceguera y paciencia, ahora puede que no se den ni por accidente. Aprovecharé la situación también para renunciar a ti e irme lejos. Porque estoy muy arrepentido de haber depositado en ti mi cariño, en haberte creído todo este tiempo. Lo arruinaste todo. Mi aliento por querer seguir siendo de ti, ya has terminado con todo. La resistencia se hizo fútil cuando te aprendí a escuchar. A ti nadie te va a cambiar, seguirás siendo la misma que juega a la modernidad, esa persona con baja autoestima que necesita del cariño y atención del mundo para evitar sentirse desamparada y solitaria. Soy propenso al auto flagelo, aquí me tuviste castigándome una y otra vez, preguntándome ¿Por qué carajos  somos tan inconscientes los seres humanos? ¡Que carajos nos pasa a todos! La vida es bella, sentencio, pero nos dedicamos a hacerla miserable y a reducirla a convenciones de actos y cuentas, a posesiones y obraje. "Si ella me ama, entonces yo la amaré" Eso es un vil acto de conveniencia, ¿dónde está su amor sincero pendejos? ¡De mí se ocupa ya el cariño de la vida misma! Y Pa'que quiero andar de rogón que me quieran y me atiendan si el único propósito es ser feliz cuando lo hagan. ¿Quién soy yo para juzgar las fechorías que convergen en el mundo de dos amantes? Absolutamente nadie. Lejos de darme ocupación en saber todas estas cosas, daré gracias al tiempo lo que me ha permitido vivir y con una sonrisa, yo le devolveré el favor a la antigua.
Ni si quiera nos pertenece nada, la libertad se trastorna así en un afán de posesión. La voluntad se autoengaña y se confunde porque no se hacen las cosas a tiempo y sobre el tiempo. Así por ende se necesita tener la mente ocupada en otra cosa que no sean regateos de cariño y afecto, no esperar nada de nadie ni del mundo, que han de darnos la espalda tarde o temprano. Esa es nuestra exagerada maldición y condena, estamos en verdad muy solos y extrañamos hasta lo más bobo. Sin darnos cuenta hemos estado subsistiendo en estas ideas de hacer libre al otro, sacrificándonos por la libertad del otro. Y visto así estamos muy, pero muy solos y necesitados...