domingo, 25 de noviembre de 2012

Filosofía de la sospecha


Asocial, depresivo, polemizante, enfermo. Bisexual y sexualmente activo desde la adolescencia, al comienzo lo mantiene en secreto; pero más adelante los escándalos hacen imposible mantener oculto su secreto. Sus compañeros le odian y lo creen loco, él los cree locos a ellos. Llega a cortarse el pecho con una cuchilla, llega a masticarse las manos y los brazos hasta dejarlos cubiertos de rojizo opaco. Persigue a un estudiante blandiendo una daga, intenta suicidarse arrojándose de su ventana, después de haber fallado el intento de las píldoras. Estos sucesos dan ocasión a su primer encuentro con la psiquiatría; es sometido a tratamiento psiquiátrico, obligado a usar una rudimentaria camisa de fuerza. Pero a la primera ocasión de escape, lo abandona fugazmente. Hace una parada expresa en su hogar, roba sus propios libros y huye, huye tan lejos como puede. Se arrincona en una cabaña acuartelada por abetos y pinos que se van de la vista sin fila, sin orden.
Escribe ensayos sobre la ceguera, le canta a Hitler todas las mañanas el himno nacionalsocialista, enciende una vela todas las noches y le reza a la luna. Para evitar su locura, la perdida de la razón, se perfila en una intrínseca paradoja: él tiene dentro otra alma. Dos seres compartiendo el mismo cuerpo, pero totalmente separados. Él la nombra "Demencia", y ella le nombra "El cuervo".  Sus reivindicaciones literarias, lo llevan a un vacío que desata su infierno, los libros no le complacen más, el impulso de su soledad le hace enjugar deseos de rencor e inquietud. En sí mismo, ha perdido todo valor humano de consideración, él siente que la vida no vale nada e importa poco si se le acaba o no. La dominación de su inconsciente, la evolución de su agitada vida lo dejan mudo y sordo. Todo lo que le queda son sus ojos y esas toneladas de libros. Nos hallamos en el final de una época, que duro pocas huras, el cuervo, contradicho por su propia lengua se transforma en consumidor de conocimiento. La vida ahí afuera es ahora un peligro mortal, nadie puede acercarse a su tertulia con Demencia, nadie puede entrometerse en su frágil mente, ya nadie puede hacerlo.
Aborrece a sus autores favoritos, siente más asco por la humanidad que de costumbre, extiende su rebeldía antinómica y su tradición narcisista del intelecto, deja su ser bebido por el estacionamiento del tiempo...
Representa un asalto a lo humano y a la razón, está ahí arrumbado mordiendo sus labios hasta sangrarlos, sólo, vacío y olvidado. Demencia se ha alejado, ha dejado que muera en su marcha de hacerse el ser vivo más triste y pálido del planeta, ya no está interesada en los debates de filosofía o en las tardes de jugar al manicomio.
De pronto, el cuervo se levanta de su gélido asiento, su mente está cautivada por una alarma, alguien está intentando forzar la cerradura de su puerta ¡Oh qué humano tan desconsiderado podrá violentar su dialéctica interna! Toma un martillo, propugna una advertencia con un grito desgarrado: el agresor, persiste...
Al abrir su puerta, entra una luz que le provoca la decadencia, su esbelto cuerpo se derrama en el piso y todo lo que ve son sus instintos aferrándose a la vida.
-¡Aléjate, sal de mi cabaña maldito humano!-replica sin clemencia.
La sombra se aproxima, una voz incomprensible le restriega en las orejas, el eco de sus pasos acercándose le hacen temblar, ¿Quién está incumpliendo? ¿Cómo ha sido descubierto?
Al amanecer, el cuervo está recostado en una cama, su alrededor es homogéneamente blanco, está en una sala de operaciones. Un médico destapa su cráneo y sus ojos se convulsionan a cada una de las esquinas de la habitación inútilmente, quiere gritar, quiere llorar, quiere volver en el tiempo pero ya es tarde, demasiado tarde.
Los defensores del silencio, le despiertan de su prolongada siesta, al parecer ha vivido en coma más de siete años y apenas recobra la memoria.
-¿Dónde estoy?-pregunta desconcertado.
-A salvo, ya estás a salvo.-una fina voz le responde. Las verdades universales que desprecia le pesan en su frente, le subyagan en los hombros y tratando de apartar el sufrimiento, su mano va a dar a su cuello, a su pecho, a sus mejillas, todo permanece igual.
-Yo vivía en una cabaña, estaba a salvo ahí. Después desperté y vi con mis propios ojos como retiraban la tapa de mi cráneo. Y entonces...-Fue interrumpido por la misma voz de nuevo.
-Entonces despertaste aquí. Lo sé.
-¿Cómo lo sabes? ¿Quién eres?-el cuervo insiste desesperado, su necesidad es conocer la verdad.
-Tú jamás viviste en una cabaña, tampoco despertaste para que te destaparan el cráneo. Y mucho menos despertaste aquí. Nada de eso es cierto, nada de eso sucedió querido.
-¿Y si esto fuera un engaño, si los que intentan engañarme son ustedes y no yo mismo? Yo estoy seguro que todo eso pasó, lo vi, lo sentí.
La voz hizo una pausa. Luego dijo:
-Aún es persistente doctor. Tenemos que reducir el canal eléctrico de las neuronas, lo están oprimiendo.
Sí, me parece razonable. Es necesario correr este riesgo, su salud mental es muy delicada.-inquirió otra voz, en respuesta de la anterior. Más gruesa y masculina.
-¿Qué? ¿Qué van a hacerme? ¿Otro esquizoanálisis? ¡Quiero la verdad y solo la verdad!
-Querido, relájate.-Una mano alcanzó la mano del cuervo y la apretujo con cariño-no te fuerces demasiado.
El cuervo logra tranquilizarse unos segundos, su respiración se aligera.
-Tengo mis sospechas. Dudaré de todo lo que me digan, de todo lo que me rodea, de todo lo que existe, de todo lo que piense. Dudaré de sus aparentes buenas intenciones, dudo ya de sus palabras. No confío en nadie ni nada. Ni si quiera sé porque estoy aquí y ustedes no se prestan a responderme. Tampoco sé cómo terminé convertido en esto y porque he pasado por todo esto.
Los médicos se impresionan. Sus gargantas no pueden hacer replica ante lo que sus oídos escuchan. Sus manos se vuelven contra las batas, uno abandona el cuarto, la otra permanece sentada enfrente del cuervo.
-Vaya que eres persistente. Bien, ¿quieres la verdad? Hemos mentido todo este tiempo, estamos experimentando con tu valioso cerebro. Tratamos de hacer que ya no seas capaz de dudar, que dejes atrás la inquietud y la curiosidad y no tengas más una filosofía de la sospecha-el cuervo se levanta de golpe de la cama.
-¿¡Qué!? ¿¡Todo este tiempo ustedes han estado jugando conmigo y con mi cerebro!? Son unos monstruos ¡Basta ya de mentiras! ¡No puedo resistirlo más! Ustedes acabaron con mi vida... Malditos, los maldigo por haberme hecho esto. -La mujer se alebresta, la energía de su paciente la enloquece y se levanta de su asiento como un torbellino.
-El sacrificio es necesario para el cambio. La evolución de la humanidad depende de ello.-dijo ella agitada.
-¡Evolución ni que su madre! A mí déjenme pensar y usar mi juicio, dejen de encadenarme a que haga lo que ustedes quieren y responda como se les da la gana.-gritaba el cuervo con desesperación.
-Es muy tarde, 98% de la población está sometida a tratamientos de manipulación y dominación psicológica. Son nuestros consumidores, se tragan cualquier estupidez, no cuestiona nada, no reflexionan, solo viven como marionetas obedeciendo lo que el poder les dicta que hagan. ¡Son ciegos e ignorantes! -respondió ella más agitada y desesperada que el cuervo.
-¿Por qué estás haciendo esto? ¿Quién te ha lavado a ti el cerebro? Eres igual que todas, una víctima de la modernidad, una defensora inútil de la razón ¿No te das cuenta que el instinto prevalecerá al final y que ni tú ni nadie podrán cambiar al hombre?
-¿Y a mí que diantres me dices? Tengo que hacerlo, en verdad tengo que hacerlo; tengo que jugar a la modernidad, tengo que estar aquí repitiendo la tendencia de la sociedad, de lo contrario me volvería loca. Tengo que estar aquí con la frivolidad, imitando y hasta siendo parte de ellos. A veces lo disfruto, me encuentro a mi misma disfrutando sus emociones tan falsas y trabajadas, disfrutando mi imagen creada con lo que me gustaría que los demás vieran de mí y supieran de mí, aunque en el fondo no sea nada de eso o esto o aquello. No quiero ser un loca, no quiero estar sola...como tú.-Después de sus palabras, ambos se quedaron callados. Pero el cuervo no podía resistirse a hablar, y no lo hizo. Entonces él hablará y tratará de hacerla cambiar de opinión.
-No. ¿Qué no has leído a Nietzche o a Freud o a Marx? ¡Por Dios, lee a Kafka! Todos estos hombres, llenos de preguntas, llenos de curiosidad y de ganas por entender su mundo; y ustedes vienen aquí a querer cambiarlo, vienen a decirnos quién sabe cuántos cuentos para ocultar la verdad. Quitarnos la filosofía de la sospecha, el placer de dudar de la propia existencia y buscarle un sentido. Eso es grotesco, una abominación. Hasta lo sé yo y mira que he tenido serios problemas.
-¡Lo sé, lo sé! Sé que esto está mal, pero no puedo dejar de hacerlo. Es como si mis instintos me llevaran a ello, como si mi odio me hiciera hacerlo.
-¿Odio? ¿A qué?
-A los humanos. Tan enajenados con falsas promesas, tan brutos e inconscientes. Simplemente no hay forma de dar marcha atrás, tienen miedo a la verdad y es mejor que así sea hasta que mueran.
-La verdad no la posee nadie. Supera la modernidad, deja de creer que el individuo es el modelo para las ciencias. Deja de ser egoísta, de pensar solo en lo que tú sientes.
-¿Disculpa que no eras tú él que se encerró en una cabaña para evitar todo eso? No eres congruente con lo que dices querido.
-Ahora veo las cosas distintas. He entendido mucho en este corto viaje. Indirectamente ha sido gracias a ustedes, en parte. Y creo que ahora tú lo entenderás pronto también.
Ella no dijo nada. Abrió la puerta y pidió que me fuera.
Así el cuervo se despidió, sin decir otra palabra. Fue a vagar por las calles, encontrándose con esa enajenación. Tantas personas sumidas en la tecnología, consumidas en sus propias vidas, sin tener dudas sobre ellos mismos. Cubriendo su vacío con todo lo que pudieran. El cuervo, volvía a ser el mismo, pero ahora, era libre para siempre...

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