sábado, 24 de noviembre de 2012

El cuervo está solo.

¡No! ¡No por favor! ¡No! ¡Aléjate! ¡Déjame solo! Te lo suplico, no quiero verte, no quiero si quiera pensar en que existes, ¿qué no entiendes? Déjame, no te necesito, aquí ya no existes, aquí tú no eres nadie, ni si quiera sabía que existías... ¡Ya basta maldita sea! ¡deja de susurrar, deja de caminar detrás de mí, deja de hacer que tu sombra se proyecte en la mía! No... tú no vas a irte, no vas a irte porque sabes que te de cierta forma te quiero mucho y más hoy. Esta noche te necesito, sí, sí por favor, ven, ven a mí y sálvame, sálvame que me estoy muriendo aquí yo solo, acariciarme  vamos tócame! siente mi cuerpo languidecer de sufrimiento, bebe mi alma... te lo ruego, no me dejes aquí tan solo ven y siéntate a escucharme, después puedes tragarte mi cuerpo, puedes devorarme y tener el control de él si así lo deseas, pues después de contarte esto... después de confesarte lo que hoy siento, no lo necesitaré más.
Juzga tú esta historia, se mi jurado, se el juez, se el testigo, se el único oyente, y al final de ella, te ruego mi quites la vida, ya no la quiero. Declárame inocente o culpable, ambas, ninguna, pero escúchame,  escucha la historia...
Ahora el cuervo está solo. Lo dejaste solo, tú le has abandonado. ¡Tú! ¡Tú le mentiste! Lo has engañado. Y ahora a mí vienes, buscándolo, es tarde, él de aquí se ha ido. No sé cuándo volverá, si a caso vuelve. No sé si se irá a vivir en soledad, si a caso vive. ¿Por qué lo has abandonado? Él que tanto te ha amado. Yo sé que te ha lastimado, pero ¿ha sido él tan malo? No vengas aquí a buscarlo, no, en serio, no vengas buscándolo porque tú quisiste que él se fuera. Dices que puedes esperarlo, que no te importa si se tarda unos días en correr de nuevo a tus brazos, si le toma una semana sobrevivir sin tu cariño, o una eternidad, tú vas a esperarlo. Aseguras que aquí está su nido, conmigo: estás perdida, su nido, ya no es más mi corazón, tú lo has destruido y serás ingenua si permaneces esperándolo. "No importa, no importa, mi esperanza es que un día él regrese, porque él me ama en el fondo." Eres estúpida ¡Que no regresa te digo! Yo crecí con él, yo le alimenté cuando no tenía autosustento, le dí de mi sangre y mi carne, le dejé gobernar sobre mis acciones, le vi crecer, le vi amarte, lo vi mentir, lo vi llorar, yo lo conozco más que nadie en este universo entero y tú, tú llegaste a él, inofensiva, cariñosa, comprensiva, compasiva, le rescataste de una soledad abrumadora, lo salvaste de su insoportable condena: ser un cuervo que no puede amar; pero tú le enseñaste cómo, tú le diste un corazón y él de ti se enamoro como jamás antes lo había hecho. Entonces el cuervo pudo amar, fue capaz de creer que podía amar y lo hacía, lo hacía. Le diste los mejores momentos de su corta existencia, lo abrigaste en el gélido tiempo de la tristeza, lo abrazaste en el calor de la inocencia, contigo conoció el fruto del misterio, estuvo a prueba cientos de veces. El cuervo temía y temblaba de miedo, al sentir que tu bendito cariño y atención perdía y que se dirigía a otros que no eran él. Te quedaste a su lado tanto como lo deseaste, absorbiste sus bondades, enfermaste sus males, sentiste su pena, encontraste su flaqueza debajo de todas sus plumas, que eran como máscaras del olvido y de lo incierto. El cuervo, de nervios se llenaba con tu presencia, trascendiste en sus memorias y hasta te confeso sus más íntimos secretos.
Te miraba con el infinito amor que le inyectabas, te miraba pensando: "¡Y como la amo!" Tú hiciste de él un cuervo maduro, le llenaste de inteligencia, de sentido de pertenencia: tú eras su hogar, su cobija, su templo. Le hiciste sentir algo más que su luto y su condena, dejo atrás lo que cargaban sus alas. El cuervo por ti dejo de vestir de negro, vestía ya todos los colores que se conocen en la Tierra. Él también encontró en ti su paciencia y no vio jamás principio ni final, ni génesis ni cataclismo, en ti él aspiraba con fuerza a la eternidad.
El cuervo por ti resistía cualquier aspereza, sufría cualquier daño que hiciera falta, él podía entregar su pequeño y frágil cuerpo por tu vida, por tu felicidad.
Tan pronto lo convenciste de lo que sentía, no dudó el cuervo en ser parte de tu universo, del nido que estaba en tu corazón. Sacrificó su viejo estilo de vida, errante, fugaz, solitario e insoportable.
Se olvidó el cuervo de sí mismo, ya no pensaba en él un solo instante, pues tú consumías cada una de sus memorias, todos sus pensamientos, cada uno de sus miseros sentidos. El cuervo olvidó lo que era, olvidó lo que era, pues tú eras lo que él era. Se fue al olvido dividido y entregado. Él se perdió así mismo porque no quería ser él mismo, tú llenabas de gracia y alegría cada uno de sus días, ni se diga las noches cuando contigo se encontraba en la misma ventana. No sabes lo feliz que lo hacías, lo hacías sonreír sin razón, le dabas tú su inspiración, eras como su motor, como aquello que lo hacía ir en contra de la corriente, eras aquello por lo que se atrevía a contradecir a quien fuera, a ir en contra de quien fuera; hasta de mí, que yo era su nido. Aún recuerdo cuando el cuervo te defendió, yo le pedí que se alejara y que te olvidara, entonces él alzó su pico y gritó en lo alto del viento: ¡Yo la amo a ella y ni tú podrás cambiarlo!
No se dejaba vencer por ninguno de mis argumentos, cualquiera que estos fuesen, ni si quiera porque yo tenía la razón todo el tiempo, él siempre se negó a aceptarlo.
Como el cuervo se negaba todo el tiempo, deje que muriera solo, aunque esto me costará a mi perder el corazón. Pero seamos realistas, ese corazón ya no me pertenecía, él te lo dio a ti. Él muchas veces te dejo gobernar sobre sus acciones, te dio sangre de su sangre, te alimento con su propia carne, te cuido cuando tu cuerpo se vencía y tu estabilidad se reducía; se ocupó y preocupó por hacerte feliz, a pesar de lo que le gritaba en sus orejas. No me escuchaba, ni si quiera era él mismo cuervo al que yo le salvé la vida hace algunos años.
Hoy el cuervo está solo, hoy el cuervo se ha ido, ese bondadoso ser se ha marchado de este cuerpo y ahora que me pertenece a mí, ahora que todo es mío de nuevo y yo domino en esta alma y este cuerpo, yo no tendré piedad, ni seré buena contigo ingenua luna, porque yo soy la maldad, yo no siento más que odio y desprecio por todo lo que le rodea a mi amado cuervo. Yo te aplastaré, yo voy a destruir todas tus ilusiones que creaste bajo el nombre del cuervo. Soy la protagonista de esta historia escrita con dolor y mentira, ya no volverás a violentar a mi amado cuervo jamás ¡Yo no te lo permitiré! ¡No dejaré que te acerques maldita humana! ¿Lo entiendes? Es una pena que no lo alcanzarás ni en el infierno, porque no le perdonaré que me haya cambiado por ti, y a penas termine contigo...reza, reza por tu cuervo, lo haré trizas, lo haré sangrar una gota de sangre por cada lagrima mía. Lo encerraré en las sombras de mis tinieblas, estará tan sumido que se quedará ciego y no volverá a mirar de nuevo.
Le degollaré su exquisita lengua, no podrá más besar a nadie, ni si quiera en la quietud de sus labios, voy a quitárselos también. Despedazaré sus alas, no volverá a volar para siempre. Ya no tendrá su pico, mi martillo va a destruirlo. Cada que piense en ti, cada que se arrepienta de que yo mande aquí, recordará con un agudo dolor, quien es Demencia.
Tengo siglos enteros de observar la misma historia una y otra vez. Pero nunca había visto a un cuervo tan maldito, y a una maldita traicionera como tú. Yo soy Demencia, la Demencia del cuervo, la única que va a amarlo para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario