Pericia en la carta.
Hasta hace poco para mí los días pasaban demasiado deprisa
sin contar que los fines de semana eran una juerga de multitudes y gritos.
Entraba directito cada lunes a la estación, unos cuantos consejos, veinte mil
palabras cubiertas y de nueva cuenta a la oficina en donde, simplemente se me
aborrecía con estadísticas equivocadas sobre el consumo de nuestros productos. Dicen
que una chica no debe enviar cartas sin antes recibir una, o bien tener bien en
claro que está siendo pretendida por alguien, pues yo pienso todo lo contrarío
y a mi punto de vista enviarla es una explosión sencilla pero enriquecedora de
emociones.
No les hablare de nombres, usen los de su gusto me referiré
a ella como: la chica, y a mí como el joven.
La mañana del martes estuvo de puro dolor, el cerebro
mermado por una desvelada que me pase en la sala, estuve solo toda la noche y
es que el domingo anterior me regalaron un tequila exquisito exportado de
Texas. Sin importar mis pesares, entre en la ducha, me engalane y bueno use una
botellita de perfume nueva que tenía guardada hace ya años. Entre a la oficina
–buenos días- claro está me gusta saludar. En eso fui interrumpido cuando me
dirigía hacia mi cubículo, ¿interrumpido? Más bien salvado.
-¿Ya viste a la nueva? Dicen que es tres veces más loca que
la del departamento de informe y atención al cliente.
Mórbidamente volteé a todas partes buscando fenómenos o un
espécimen prácticamente, aunque no encontré nada extraño. La interrupción
continuó y yo seguía acallado.
-Está justo ahí joven, ¿Qué no la ves? ¡Es casi un
esperpento!-Exclamaba el interruptor con desesperación señalando con su dedo
índice hacia el complejo de oficina.
No… Nada veía de extraño, aunque sí había algo distinto. Se
trataba de una chica, una joven que quizá de unos 18 años armaba un alboroto
en, justamente, informe y atención al cliente.
-Se acabo, yo me largo vienes cansado hoy.-El interruptor
hizo dengue y dio media vuelta lejos de mi vista.
Despuès, continúe a mi cubículo sin prestar mucha atención a
la joven del alboroto. Prendí el computador encendí la antena y cuando estaba
salivando para dar el cálido saludo de bienvenida, escuche el jefe me llamaba.
Para un empleado la voz del jefe es importantísima, debes memorizar el tono de
su voz, la mayor parte de las veces esa voz es pedorra, chillante y bien
molesta, casi les puedo asegurar que sin esa voz no se inventa “Walt Disney”. Me levante, suspendí la función de la pantalla
del computador, y exclame: ¡Mande! Así que ya éramos dos con voz alta… Tres con
la chica.
-Sí, sí Godínez lleno esto, revise estas formas y me las
trae en 15 minutos, ahí lo espero en mi oficina.-Dijo el jefe con esa voz ya
bien descrita. Imagínense que mi jefe es chaparrito, calvo y en sima apesta a
puro. Claro eso sí, deja tantos segundos cuando habla que da una desesperación
de tomarle el cuello con las manos y estrangularlo y…
-Sí señor a la orden.- Respondí. Buen empleado no es hipocresía, es ser simplemente
buen empleado.
Cargado ya con otro estrés, al dirigirme nuevamente a mi
cubículo fui interrumpido por tercera vez, para esta ocasión si reaccione con una sonrisa apretada y la
mirada tajante. Era ella, supuesto
esperpento, la que se entendía más loca.
--Hola, disculpa es usted ¿el joven?- Preguntó con una
exorbitante curiosidad.
-Sí ¿En qué puedo ayudarle? Respondí de una forma abierta a
resolver cualquier inquietud, duda, comentario, etcétera, etcétera.
-Mire, estoy buscando un informe sobre la construcción de
este edificio, está construido en, está hecho en… vaya usted me entiende un lugar in… inapropiado.-Dijo con
un poco de mala locuacidad mientras me veía firmemente.
-Sí, sí yo la entiendo pues mire no le prometo mucho pero
tengo una forma para conseguir el informe de la construcción, la veo en una
semana si usted gusta.
-No, por favor que descortesía la mía. Mire joven, ¿le
parece si me envía el informe por correo?
-¿Por correo? De acuerdo, cual es su email.
-
02080. Respondió con entusiasmo.
- ¿02080? ¿Es Hotmail, Yahoo o
qué es?-Pregunte bastante extrañado, los números nunca se me dieron y así en un
correo menos.
-No… es mi correo.- Respondió con la misma extrañeza que la
mía.
-Ah ya entiendo, disculpa pensaba que…
-Sí, no te preocupes bueno estaré esperando y muchas gracias
por la atención. Que tengas un excelente día.
Se fue mientras me dejo grabada su sonrisa en mis ojos, fue
algo que no me había pasado antes y desde ahí atesore ese momento.
Trabaje, cubrí lo que tenía que hacer, incluso lo hice
mejor, tenía cierto propósito en el que debía conseguir a como dé lugar el
informe de la construcción, no me detuve a pensar si eso iba hacer que perdiera
el empleo en determinado caso que destruyeran las oficinas, solo quería hacerle
ese favor ya que me regalo su sonrisa y… bueno era suficiente supongo.
El jefe quedo agradecido y me dijo lo que jamás creí
escuchar en toda mi vida:
-Bien he Martínez, bien.-Dijo mientras hacia la ortodoxa
seña del dedo pulgar en alto.
Al salir de la oficina lo primerito que hice fue visitar al
maestro de obra Don Choche. Eso es color, lectores en México color es apodo,
color es tradición, ¿Qué México no tiene un “Don” encargado de algo en algún
lugar? Fui con Don Choche por los planos del edificio, seguramente el los tenía
y es que no es tanto que fue el maestro de la construcción, sino que tenía
muchos conocidos.
-Don Choche, buenas tardes-noches ¿Cómo está?
-Bien muchacho ¿Gustas café?
-No gracias, vengo a pedirle un favor.
-Adelante joven, ¿qué se te ofrece?
-Quería saber si de casualidad, contaba o tiene en su poder
los planos e informe de la construcción del edificio 411.
-No, en este momento no me han llegado, los pedí hace semana
y media y van a tardar un poco más. Quería hacerle un estacionamiento ¿te
acuerdas?
-Sí lo recuerdo. Vendría genial la verdad. Ese
estacionamiento uh Don Choche nos haría el “paro” a todos.
-Pues sobres y manzanas, ¿qué más se le ofrece joven?
-Por el momento es todo, solo en cuanto le lleguen ¿avíseme
no?
-Es correcto.
Sin tanta plusvalía en mi reducido léxico me despedí como
todo un carnal. Al llegar a mi casa me sentí un poco insatisfecho, el día me lo
hizo esa sonrisa de la chica aunque… no pude conseguirle nada útil le escribí para
hacerle saber que en una semana y media más o menos, podría llegar lo que
necesitaba.
Saque una hoja de un cajón que tenía ya bastante tiempo no
abría, cubiertas por el polvo simplemente les sople y con la tinta en la mano
derecha comencé a escribir.
“Hola, disculpa tengo una mala noticia. No pude conseguirte
el informe, mas tengo otra buena. Puedo conseguirlo en una semana y media
aproximadamente, lamento no poder hacer algo para que sea antes, sin embargo
cualquier noticia de saber si llega antes te lo hare de saber de inmediato.
Además si necesitas algo recurre a Don Choche, dile que vienes de mi parte y te
atenderá con gusto. El está a unos 10 m fuera de las oficinas, enfrente del
puesto de jugos de Mateo Club.
Por último, en la mañana te vi discutir con la señora que es
encargada de informe y atención al cliente. No prestes mucha atención es algo
histérica, cuídate mucho y gracias por la sonrisa.
Atentamente El Joven.”
Metí la carta en el buzón y por cierto vaya que hacía harto
frío, aunque no fue ningún limitante. Tenía compromiso hecho y quería que todo
saliera bien. Después me fui a echar el sueño.
A la mañana siguiente lo primero que me hizo despertar fue
el sonido de un tamalero, increíblemente sucedió. Primera vez que me despierta
el tamalero. Lo más seguro es que anteriormente tenía sueños abstractos, ahora
tan solo soñé en blanco y negro. Recibí una carta que decía justito así:
“Hola.
Muchísimas gracias por la atención, la verdad no se que
hubiera hecho sin tu ayuda y cortesía, ojala existieran más personas como tú.
Yo esperare lo necesario no te preocupes por eso, además ya me siento más
tranquila de que por fin alguien me dio una oportuna respuesta a mis plegarías.
Cuídate mucho. Por cierto hoy pasare a tu oficina de nuevo,
me gustaría pedirte un favor cuando te vea allí. Hasta entonces.
Atentamente La Chica.”
Lo primero que hice fue abrir bien los ojotes y leerla de
nuevo, salte de la cama y me apresure a engalanarme, perfumarme, tomar mis
portafolios y salir disparado a la oficina. En el camión sentí la sensación de
que a mi venía una duda, una inquietud que decía dentro de mi cabeza: ¿Por qué
la prisa? Es que estaba emocionado, jamás en mi vida había recibido una carta.
Digo se siente parecido a recibir un mensaje en “Face Book” pero más coquetón.
Al llegar a la oficina, de nueva cuenta estaba ella en
informe y atención al cliente armando el alboroto.
Ignore la causa y decidí no hacer más que mi trabajo, a
veces es feo sentirse que eres empleado pero sin este humilde trabajo caerían
todos los sectores de producción. Estaba cómodamente haciendo el resumen cuando
me tocaron el hombro ¿De quién se trata? Era ella y con esa sonrisa tan suya
que tenía me dijo:
-Oye, no te preocupes conseguí el informe.
-Excelente, solo una cosa. Bueno en realidad dos. –Dije con
muchísima seguridad.
-Dime.-Respondió mientras sostenía la sonrisa de ayer.
-¿Para qué querías el informe? Y ¿Qué favor ibas a pedirme
hoy?
-Para mandar a tirar el edificio, un sismo menor de 3.0 en
la escala de Richter podría tirar el edificio como el viento soplándole a las
hojas.-Dijo con bastante naturalidad.
-¿¡Qué!? Tirar el edificio… Eso nos dejaría a nosotros sin
trabajo.-Comente un tanto exaltado.
-¿Prefieres perder la vida a tu trabajo?-Me interrogo con
gracia, alzando la ceja derecha.
-No yo…-Sin palabras claro, me dejo calladito.
-El favor que iba a pedirte es que si pudieras escribirme
otra carta, te lo agradecería muchísimo.
-¿Otra? ¿Pero qué diría?
-Platícame algo sobre ti si quieres. Bueno tengo que irme.
Que tengas buen día.
Sin más se fue y no pude despedirme de ella me quede
perplejo en la expresión de sus palabras, como si el inmenso cielo descendiera
un poco a las oficinas para dejar de rascarse con nuestras altas puntas de
construcción, como si entonces la calidez del sol entrara por todas las
ventanas y endulzara el aire.
Bueno no quise ser descortés o inconsistente, mande otra
carta al término de la noche. Se rumora que la noche empieza a mitad a las
12:00pm, para mí es a las 12:00pm que apenas comienza la verdadera oscuridad de
la misma. Tome otra hoja y no escribí mucho, solo que guardaba un poco de
interés en que hacía, su trabajo quizá, sus intereses. Llego un punto en el que
pensaba si quería nuestra seguridad o quedar bien con alguien por lo del
edificio. Seguramente un poco de ambas, me anime a preguntarle en la carta sin
tanto ajetreo y de forma sencilla. Quedo algo así:
“Bienvenida. La hora es 12:00p.m. Me encuentro escribiéndote
la mencionada carta ante hace unas horas. Flacamente se me fue el día en esas
estadísticas que siempre me aburren. No sé qué decirte sobre mí, esto es
totalmente nuevo ya que no acostumbro usar este medio, es muy bueno y efectivo,
recibí tu carta esta mañana en cuestión de horas. Me quede con dudas, ¿Cómo lo
lograste? Y bueno ¿Te preocupas por los trabajadores? Ya sabes los de mi
edificio, en último plano quería saber si alguien te había enviado a tal labor.
Quizá otro día charlemos con más calma, tomando un café o yo que sé.
Cuídate mucho y hasta pronto. ”
Sin mentirles, al día siguiente ya estaba levantándome con
un café recién hechecito a ver el correo, mi mayor sorpresa fue que un cuervo
custodiaba mi buzón de forma celosa. Demasiado despierto, el cuervo movía la
cabeza vigilando a todas partes, pensé en acercarme despacito para no mostrarme
como su enemigo pero de inmediato el agacho la cabeza como diciéndome: “te
traje algo”. Continué los pasos y abrí el buzón, el cuervo no se movía en lo
más mínimo en cuanto vio que tome la carta me asusto con un vuelo desesperado y
hermoso entre las nubes polvorosas de gris en la mañana. Fue un suceso extraño
y algo alarmante, no era para tanto. Parecía película pero bueno, en fin me
adentre a mis aposentos, me tire sobre un sofá comodísimo de terciopelo y color
rojo. Observe la carta y no tenía datos de mi dirección solo el número del
correo. –Qué raro- me dije mientras la abría. Era de ella, de nuevo me
respondió a tempranita hora, esperaba hallar la explicación de cómo es que
lograba enviármela en transcurso de horas.
“Hola, muy grato saber que sí me escribiste. La respuesta a
tu pregunta es sí, sí me preocupo por los empleados y no solo por ustedes, por
otros cientos que están en la misma situación. Todo empezó con un ligero sueño
en el que nuestra ciudad, así de colorida como es (-vaya que estamos de acuerdo
en eso-me dije) estaba en ruinas. Me constate de que mi sueño era una
aproximada realidad cuando, se me fue informado que el gobierno está probando
explosiones cerca de la ciudad. ¿No es eso ilógico? Necesito pruebas para
demostrarle a nuestro irónico gobierno que es incorrecto esas pruebas, más a
costas de la ciudad inestable que tenemos.
La última respuesta creo que fue evidente, no es un cartero
quien deja las cartas sino mi otra forma. Mi transformación. Cuídate y gracias
nuevamente. Nos veremos hoy de nuevo, lo sé porque pasare a tu oficina a
visitarte. “
¿Qué podía decir? Me confundía y de que buena manera. ¿Qué
pensaría la comunidad de mi trabajo? ¡Qué estoy demasiado loco yo creo! Ahora
tenía más preocupaciones, jamás en mi vida fui valiente pero siempre encontraba
el mejor momento para decir las cosas con esa seguridad que desplazaba a los
mares. Me iban a quitar el trabajo, la casa no lo sé, espero que no. Era
esclavo entonces de sus palabras, las repasaba todo el momento, leí la segunda
carta dos veces y note con maña la partecita esa de: “Mi transformación”. Esta
chica ve demasiado “Hollywood” yo creo, que ocurrencia decirme o darme a
entender, claro porque no soy ningún bobo, que ella es un cuervo aparte de ser
humana también. ¿Será que no me estoy
fijando en algo? A saber, me dirigí a la oficina con más dudas que ayer. El
camión paso temprano y cuando llegue apenas si estaba Bermúdez el de aseo en
las oficinas. Fui el primero y por primera circunstancia en mi vida. Se siente
bien y mal, bien porque te van a dar crédito de puntualidad, mal porque no
tienes con quien entretenerte. Espere
jugando con una moneda a que llegara la de informe y atención dado que tiene
record aquí de ser la más puntual. Llegó y me saludo con su tonito interesante.
Cavilé los 4 minutos que pase entretenido con la moneda, que decirle y como
preguntarle el chisme de la chica alborotadora.
-Hola, oye no acostumbro preguntarte sobre quienes vienen a
pedirte informe mas tengo una duda grandísima. ¿Me ayudas?
-¿Qué necesitas? Apresúrate que tengo que registrar las
llamadas de hoy.
-Antier y ayer vino una joven que armó todo un alboroto.
Quisiera saber si tienes alguna información de ella.
Sin decirme nada, me entrego una tarjeta y siguió dándole vueltas
a las hojas de la agenda mientras les ponía sello.
La tarjeta era muy interesante, un cuervo de portada, nombre,
código postal y… eso es todo. Nada de un
número de teléfono o celular cuando menos. Me rasque el cuello, me puse a
trabajar y cubrí las horas. La verdad es que no la vi aquel día jueves, me
quede esperándola incluso unos 15 minutos afuera de las oficinas, llovió y pude
cubrirme apenas con el segundo portafolio vacio.
Le escribí una carta donde mostraba mi alterna preocupación
y además entendiéndola sin reclamos que ella pudo haber tenido cierto
inconveniente, le mostré mi inquietud de que en determinada situación podían
entonces tirar mi hogar también, que digo el mío, sino el de muchas otras
personas. Mire la tarjeta antes de dormir fijamente, de nuevo esa portada con
un cuervo, su nombre y el 02080.
Quede dormido, totalmente perdido me canse bastante y es que
ahora no tuve mucha motivación, guarde en mí la idea de que vendría y eso me
alentaba pero al ver pasar las horas sin su llegada el ánimo fue disminuyendo.
La verdad no recuerdo mucho sobre que escribí en la carta que envíe, recuerdo
mencione lo impresionado que estaba de los datos y bueno de la presentación,
del cuervo de esa tarjeta.
Unos ligeros golpes en el cristal de mi ventana hicieron que
me despertara, mi sueño fue absolutamente en blanco y negro. Volteé hacia la
ventana y me asuste pues de nueva cuenta
estaba ese cuervo de la mañana anterior que reposaba belleza en mi buzón. Golpeaba con su pata la
ventana y en la otra tenía un sobre, me impacte al ver la habilidad de aquel
animal para entender su misión; le abrí la ventana y deje que entrara, arrojó
la carta a mi cama, me miro y agacho de nuevo la cabeza y le acaricie como el día
anterior, como una forma de darle las gracias. Se marcho de forma espeluznante
dejando dos plumas que se cayeron de su plumaje, mientras estas plumas espejeaban
la reciente llegada de los rayos prematuros del sol naciente. Una carta que de
nueva cuenta no tenía ningún dato, solo mi número de correo, la primera cuando
menos contenía mi dirección.
“Hola, oye discúlpame tuve una complicación, tenía que
atender la demanda que puse hace dos días y no pude asistir a la oficina donde
trabajas. Sé que suena extraño ya que me hubiese gustado demasiado visitarte. De
cualquier forma te aviso, si van a reconstruir las oficinas donde trabajas,
tendrás que mudarte también. Tu hogar será removido junto con la zona de
percance en unos 50 m a la redonda. Si tu quieres, puedes quedarte a vivir
conmigo en lo que consigues donde ubicarte, con respecto al trabajo ¡bueno!
Terminada la presentación de mi demanda formalmente me di la tarea de buscarte
un puesto en una estación del Instituto Panamericano. Sé que no es mucho, ni lo
que tenías pero es bueno para empezar. Otro detalle, no escribo en mi tarjeta
más que el código postal y mi nombre ya que no me gusta depender mucho de la
tecnología, siento que estamos demasiado atados a ella y siempre es mejor
recurrir a los ancestrales métodos, a esos que encantan y se respiran a libre
alegría, no caprichosa.
Te doy mi disculpa de nueva cuenta y espero puedas
responderme pronto. Cuídate y por último, hoy a las 11:00 a.m. comienza la
reconstrucción de la oficina. La unidad habitacional donde vives se remueve
apenas pasada la semana, cualquier cosa escríbeme. “
De acuerdo, ahora sí estaba que se me salía la alegría hasta
por las orejas. Mi superstición me detenía un poquito y es que era demasiada
confianza, tan pronto que bueno si estaba algo confundido, además poco sabía si
hoy la vería así que a la incertidumbre más vale darle prisa. Me engalane con
traje de gala, perfume no guardado ni antaño, un aroma fresco y vespertino.
Llegue a las oficinas a las 10:00 a.m. y ya estaba todo el cuerpo de trabajo
afuera, quejándose, haciendo señas obscenas, gritando y abucheando al equipo
técnico de demolición que a mi parecer, solo esperaban el sí para comenzar. Mi
jefe, esa voz pedorra que les platique, sonó como un digno reproche.
-Godínez, ¿usted sabe quién es el responsable de todo este
teatrito?-Dijo con molestia y antipatía.
-No señor, no lo sé.
-A usted se le vio platicando en dos ocasiones y muy a
gustito, con la joven del alboroto. Las malas lenguas Godínez Martínez escuche bien,
dicen que ella mando a hacer todo esto. Si usted no me dice la verdad, olvídese
de…
Sí, lo interrumpí antes de que soltara o se le ocurriera si
quiera insultar a la chica.
-Mire señor, jefe, ya le dije no sé nada. Tengo suficiente para que usted se sienta
libre de molestarme.-Dije con entereza. Entereza del más débil, genial.
-Entrégueme en este momento su celular, su computadora
portátil, su Ipod, su reloj y las llaves de su auto.-Dijo mientras se le
coloraba, gracias México colorido, su rostro a rojo.
-Aquí tiene, al fin que la tecnología a mi no me maneja, yo
la manejo.
Le entregue todos los aparatos con una buena sonrisa, mi
sonrisa era justo como la de la chica que me escribía las cartas, pude vérmela
en un charco mientras caminaba a mi casa.
Al llegar, lo primero que hice fue sacar una hoja del cajón,
tinta y a escribir.
“Hola, oye se siente tan bien despedirse de todos los
aparatos que carga uno. Justamente me los quito el jefe, porque le dije que no
sabía nada de la reconstrucción de las oficinas. Estaba demasiado molesto y no
me satisfice su molestia, sino que gracias a ti aprendí a ser yo otra vez. Por
cierto, sería muy descortés y pelafustán de mi parte irme a vivir a tu hogar,
incluso con que me buscaste el empleo es más que suficiente. No te disculpes
porque no pudiste venir el día de ayer, lo has hecho aquí dentro del
pensamiento y claro, a través de tus cartas. Que pericia la tuya para llegar
justo a cautivar mis emociones. Iré en
este momento al Instituto Panamericano a revisar el trabajo, así en cuanto más
rápido mejor podre conseguirme un sitio. Sin necesidad de causarte molestias,
te agradezco. Buen día y te escribo al
rato, por ahí de la noche. Cuídate.”
Deje la carta en mi buzón, y di marcha al Instituto. Me
recordé, que el jefe me pidió las llaves y se las di, el inconveniente es que
el carro está en la cochera y sin gasolina. Así que tome el camión y al ser
temprano llegue a buen momento.
Les resumo lo que ahí paso, me dijeron –bienvenido- me
ubicaron en un cubículo con muchas fotografías de la chica y pensé que era el
de ella, aunque un tal Ceballos me comentó que así lo dejo hecho para mí.
Trabaje como nunca antes, con esmero y sin ser aburrido por cifras, ni números,
nada podía incomodarme era demasiado afortunado y quien iba a pensarlo, me
quede preocupado por mis demás compañeros de trabajo. AL salir del Instituto,
tome el camión de regreso y también tome del cubículo una foto de la chica, la
quería guardar en mi cartera pero no la llevaba, así que no saque la mano de mi
bolsillo en ningún momento pues para cuidarla y evitar que se dañara.
Entre en mi casa, un poco menos animado y estaba allí ella,
la que había visto días anteriores ya estaba dentro. En mi mesa que me
regalaron unos amigos al independizarme y vaya que postura tenía. Ella, en su
transformación, no tenía una carta para mí esta vez, pero si algo distinto en
la forma de su mirada. Deje el saco finísimo en el colgante y me senté en la
mesa a unos cuantos centímetros cerca de ella. Estuve mirándole unos 2 minutos
hasta que solo dije: “Hola, ¿eres tú verdad?” No se afligió, movió la cabeza a
los lados como un buen córvido y voló alrededor de mi casa, hasta que
finalmente se marcho por la ventana que olvide cerrar. -¡Qué descuidado soy! Me
dije y cerré la ventana. Me pareció extraño que no trajera una carta consigo,
tal fue mi sorpresa que al llegar a mi habitación estaba ella sentada en donde
escribía las cartas que le enviaba.
-¿Qué haces aquí? ¡Qué sorpresa más agradable!-Pronuncie.
-Bueno, te preguntas como entre, no fue sencillo tus
ventanas son algo pequeñas, y aunque me sentí algo estúpida al principio pensé
en lo significativo que sería.
-Ya que estas aquí, dime ¿a qué se debe el honor a tu visita?
-He venido en persona a dejarte la carta más importante que
puedo darte esta semana.
-Me tienes atónito, eso ha hecho más que interesante la
semana. Has llenado de vida a este joven que no pasaba de lo que avezaba.
-Bueno, es que tú me has tenido en la misma posición.
Confieso sin arruinar el contenido de mi carta que, estoy perdida entre lo que
se llama amor, en y amiento. Así sucedió y me lo dicta el corazón nadie más.
Me quede con una sonrisa interna en la que podía aventar
todo por la ventana de tanta euforia.
-Gracias, esto es como de película.
-Ojala no sea una película de romance porque en este momento
estaría besándote.
Joder, que intensidad, que dialogo, mi corazón temblaba
entre segundos más latidos y bla bla bla. Suspire profundamente y al verme
dominado por ella solo dije:
-Lo descubriremos al leer esa carta, por el momento es algo
tarde y me preocupa que andes sola por la calle y a estas horas. ¿Me permites
acompañarte?
-Solo si sabes volar.
-No ¿qué clase de afirmación es esa? No soy un súper héroe
¿Cómo voy a volar?
Ella sonrió como el primer día en que le conocí, se salió de
mi cuarto y abrió la puerta de la entrada de la casa.
La seguí cautelosamente y entonces sin ver mucho se perdió
entre el viento. Me sentí demasiado ciego, ya que de un momento para otro el
único rastro que dejo fueron de nuevo dos plumas negrizcas y plenamente
relucientes.
Cerré la puerta, y deje la ventana abierta por si deseaba
regresar aquella ave negra. Corrí al cuarto y vi la carta, la abrí y me senté a
leerla. Decía así:
“Hola, las palabras son pobres para expresar lo que hoy
siento, he hecho mucho está semana y ha tenido sentido desde que una persona
tuvo corazón para mirarme y verme como realmente soy. Sin juzgarme por mi
apariencia física, sino por valorar lo que llevo dentro. No tuve miedo al
insistir, pues ese sentimiento que conecta a las personas, ese que te dice que
es un buen amor el que ahí se encuentra. No es cavernícola creer que si hay
esperanza para todos, cada quien ejemplificativo con su mar a quien alagar. Me viste con esa cara, tan tuya que atrapo mis
sentidos, guarde la calma porque quería impresionarte. Muchos me tomaron como
un ser extraño y solo tú me has hecho sentir la chica más normal e interesante
de todas.
Gracias, nos veremos pronto. Mi joven cuervo “
Esto si me pareció
demasiado extraño, es que yo no notaba nada de anormal, para mi físicamente era
una chica digamos atractiva, con una bonita sonrisa y además ese perfil que la
hacía genuina. Definitivamente debía haber algo extraño, problemas de autoestima
o una trampa. Fue demasiado apresurado, pero si dudaba, si mi mente dudaba
entonces echaría todo a perder. Acepte
como un caballero y me dije, caray tengo toda la vida para conocerla de
precipitado solamente tiene la sinceridad. Sin mucho más que pensar cerré la
carta y la guarde con las demás. Como ella dijo afirmativamente que nos
veríamos pronto entonces decidí preparar yo una sorpresa. Le escribí mi carta
definitiva en persona.
Al día siguiente me
levante y me recordé que era sábado, gracioso sábado de descanso. Aunque en el
Instituto Panamericano se me recordó que podía o no ir en sábado o domingo, que
la diferencia estaba en que si voy sábado, no voy domingo, si voy domingo…
bueno ustedes entienden. Si ella dijo que nos veríamos pronto se refería seguro
al trabajo, así que sí fui. La gente me
veía distinto, como si rumoraran a mis pasos, secreteaban mi porte, me arregle
como acostumbraba y no era precisamente algo físico lo que arañaban sus
palabras. Sentía tanto sus miradas, a
diferencia de ayer que actuaron tan cordiales y sumisos. –Buenos días- dije un poco temblante en camino
hacia mi cubículo. Al llegar, ya no había adornos, nada de fotografías de ella,
únicamente una nota pegada a mi escritorio. “Hoy no nos podemos ver, lo siento”
Era ella, ¿quién más podría? Bueno, suspire y me puse a laborar como debe de
ser, pero fui interrumpido por un señor de bajita estatura que al parecer
estaba subido en su silla.
-Oye, ¿de verdad te
ayudo la chica a que encontraras este trabajo?
-Así es amigo,
gracias a ella pude sacar trabajo rápido y lo necesito porque no tardan en
tirarme la casa.
-Bueno, ojala
encuentras algo pronto.
-Gracias…
-Oye ¿qué es de ti?
-¿Qué cosa?
-Vaya que si es una
cosa, un monstruo diría yo.-Dijo mientras soltaba un espaciado carcajeo.
-No sé de qué me
hables, pero debe estar divertido.
-De ella, la chica
quien te ayudo al trabajo.
No dije nada más,
los próximos 10 minutos ignore una sarta de comentarios muy ofensivos y no
tanto para mí, sino para ella, debo reconocer que tiene una forma misteriosa de
ser juzgada, todo mundo la ve demasiado horrible, además se aparece cada que es
bueno. Un misterio, no me importaba mucho lo que la gente decía, era mi enigma
más preciado.
Sin alargar mucho,
regrese a mi hogar con la carta definitiva en mis manos, lo que no me di cuenta
es que me seguían y lo supe porque al llegar a mi casa, de inmediato pude ver
la sombra de alguien. Al girar, no se
trataba más que del soplar del viento y el frío de mis manos. Sin embargo
cuando confiado estaba que confundido me encontraba, otra de sus sorpresas a mi
llego. Una vez más su transformación, aunque para mi mala fortuna sangraba, sus
alas estaban rotas y cuarteadas, se encontraba en el piso luchando por ponerse
en pie. Le mantuve la mirada unos segundos, alentándola a que lo lograra, no
quería intervenir en un rito tan sagrado de lucha, mas al ver su impotencia
asumí que ya no podía quedarme más tiempo de pie. Le levante y cure las heridas
como si se tratase de una persona, que cosas digo, claro que es una persona. Quedó sin movimiento, el cuerpecito de aquella
transformación córvida solo respiraba en voz baja, le deje en un cojín de la
sala esperando a que despertara; me senté en el sofá que quedaba justo enfrente
vigilando su sueño, tratando de apaciguarla con mi pura estancia. No hacía
falta, trabaje de más para poder olvidar un poco la tensión de que no la vería
y caí rendido. Me dormí en el sofá sin moverme. Nadie me despertó, fui yo quien
en desesperación desperté de forma agitada y enervante. Seguía allí pero
completamente desnuda, era ella. La cubrí de inmediato con mis cobijas, y la
recosté mejor de la mala postura que tenía, respetando su cuerpo claro.
Entonces déjame ver
si entiendo, me enamore de una córvida persona, una mujer que se hace cuervo a
disposición, que lucha por el bienestar de la gente, que es de una época en la
que no le gusta abusar de la tecnología y por si fuese poco le gustaba escribir
cartas. Cuide de ella hasta que pudo despertarse; despertó temblando, asustada,
horrorizada, y con mucha confusión en sus espumeantes miradas.
-Tranquila, no ha
pasado nada, todo está bien.-Intente sosegarla mientras guardaba una distancia
considerable.
Me miro fijamente y
por un momento pareció que olvidó todo lo que sucedió. No es buen momento para
mi carta pensé.
-Lo es, es buen
momento.-Me dijo,
Bien ahora el que
tenía miedo era yo, como me leyó la mente, no es que fuese supersticioso pero
leí en una cadena del Hotmail que sino reenviaba un angelito iba a tener
tenebrosas próximas dos semanas. Estaba en el término de la primera, la segunda
quien sabe.
Le di la carta, y
sabía que tenía sobre todo pericia en lo que decía.
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