domingo, 4 de noviembre de 2012

Pericia en la carta.


Pericia en la carta.
Hasta hace poco para mí los días pasaban demasiado deprisa sin contar que los fines de semana eran una juerga de multitudes y gritos. Entraba directito cada lunes a la estación, unos cuantos consejos, veinte mil palabras cubiertas y de nueva cuenta a la oficina en donde, simplemente se me aborrecía con estadísticas equivocadas sobre el consumo de nuestros productos. Dicen que una chica no debe enviar cartas sin antes recibir una, o bien tener bien en claro que está siendo pretendida por alguien, pues yo pienso todo lo contrarío y a mi punto de vista enviarla es una explosión sencilla pero enriquecedora de emociones.
No les hablare de nombres, usen los de su gusto me referiré a ella como: la chica, y a mí como el joven.
La mañana del martes estuvo de puro dolor, el cerebro mermado por una desvelada que me pase en la sala, estuve solo toda la noche y es que el domingo anterior me regalaron un tequila exquisito exportado de Texas. Sin importar mis pesares, entre en la ducha, me engalane y bueno use una botellita de perfume nueva que tenía guardada hace ya años. Entre a la oficina –buenos días- claro está me gusta saludar. En eso fui interrumpido cuando me dirigía hacia mi cubículo, ¿interrumpido? Más bien salvado.
-¿Ya viste a la nueva? Dicen que es tres veces más loca que la del departamento de informe y atención al cliente.
Mórbidamente volteé a todas partes buscando fenómenos o un espécimen prácticamente, aunque no encontré nada extraño. La interrupción continuó y yo seguía acallado.
-Está justo ahí joven, ¿Qué no la ves? ¡Es casi un esperpento!-Exclamaba el interruptor con desesperación señalando con su dedo índice hacia el complejo de oficina.
No… Nada veía de extraño, aunque sí había algo distinto. Se trataba de una chica, una joven que quizá de unos 18 años armaba un alboroto en, justamente, informe y atención al cliente.
-Se acabo, yo me largo vienes cansado hoy.-El interruptor hizo dengue y dio media vuelta lejos de mi vista.
Despuès, continúe a mi cubículo sin prestar mucha atención a la joven del alboroto. Prendí el computador encendí la antena y cuando estaba salivando para dar el cálido saludo de bienvenida, escuche el jefe me llamaba. Para un empleado la voz del jefe es importantísima, debes memorizar el tono de su voz, la mayor parte de las veces esa voz es pedorra, chillante y bien molesta, casi les puedo asegurar que sin esa voz no se inventa “Walt Disney”.  Me levante, suspendí la función de la pantalla del computador, y exclame: ¡Mande! Así que ya éramos dos con voz alta… Tres con la chica.
-Sí, sí Godínez lleno esto, revise estas formas y me las trae en 15 minutos, ahí lo espero en mi oficina.-Dijo el jefe con esa voz ya bien descrita. Imagínense que mi jefe es chaparrito, calvo y en sima apesta a puro. Claro eso sí, deja tantos segundos cuando habla que da una desesperación de tomarle el cuello con las manos y estrangularlo y…
-Sí señor a la orden.- Respondí. Buen  empleado no es hipocresía, es ser simplemente buen empleado.
Cargado ya con otro estrés, al dirigirme nuevamente a mi cubículo fui interrumpido por tercera vez, para esta ocasión  si reaccione con una sonrisa apretada y la mirada tajante. Era ella,  supuesto esperpento, la que se entendía más loca.
--Hola, disculpa es usted ¿el joven?- Preguntó con una exorbitante curiosidad.
-Sí ¿En qué puedo ayudarle? Respondí de una forma abierta a resolver cualquier inquietud, duda, comentario, etcétera, etcétera.
-Mire, estoy buscando un informe sobre la construcción de este edificio, está construido en, está hecho en… vaya usted  me entiende un lugar in… inapropiado.-Dijo con un poco de mala locuacidad mientras me veía firmemente.
-Sí, sí yo la entiendo pues mire no le prometo mucho pero tengo una forma para conseguir el informe de la construcción, la veo en una semana si usted gusta.
-No, por favor que descortesía la mía. Mire joven, ¿le parece si me envía el informe por correo?
-¿Por correo? De acuerdo, cual es su email.
- 02080. Respondió con entusiasmo.
- ¿02080?  ¿Es Hotmail, Yahoo o qué es?-Pregunte bastante extrañado, los números nunca se me dieron y así en un correo menos.
-No… es mi correo.- Respondió con la misma extrañeza que la mía.
-Ah ya entiendo, disculpa pensaba que…
-Sí, no te preocupes bueno estaré esperando y muchas gracias por la atención. Que tengas un excelente día.
Se fue mientras me dejo grabada su sonrisa en mis ojos, fue algo que no me había pasado antes y desde ahí atesore ese momento.
Trabaje, cubrí lo que tenía que hacer, incluso lo hice mejor, tenía cierto propósito en el que debía conseguir a como dé lugar el informe de la construcción, no me detuve a pensar si eso iba hacer que perdiera el empleo en determinado caso que destruyeran las oficinas, solo quería hacerle ese favor ya que me regalo su sonrisa y… bueno era suficiente supongo.
El jefe quedo agradecido y me dijo lo que jamás creí escuchar en toda mi vida:
-Bien he Martínez, bien.-Dijo mientras hacia la ortodoxa seña del dedo pulgar en alto.
Al salir de la oficina lo primerito que hice fue visitar al maestro de obra Don Choche. Eso es color, lectores en México color es apodo, color es tradición, ¿Qué México no tiene un “Don” encargado de algo en algún lugar? Fui con Don Choche por los planos del edificio, seguramente el los tenía y es que no es tanto que fue el maestro de la construcción, sino que tenía muchos conocidos.
-Don Choche, buenas tardes-noches ¿Cómo está?
-Bien muchacho ¿Gustas café?
-No gracias, vengo a pedirle un favor.
-Adelante joven, ¿qué se te ofrece?
-Quería saber si de casualidad, contaba o tiene en su poder los planos e informe de la construcción del edificio 411.
-No, en este momento no me han llegado, los pedí hace semana y media y van a tardar un poco más. Quería hacerle un estacionamiento ¿te acuerdas?
-Sí lo recuerdo. Vendría genial la verdad. Ese estacionamiento uh Don Choche nos haría el “paro” a todos.
-Pues sobres y manzanas, ¿qué más se le ofrece joven?
-Por el momento es todo, solo en cuanto le lleguen ¿avíseme no?
-Es correcto.
Sin tanta plusvalía en mi reducido léxico me despedí como todo un carnal. Al llegar a mi casa me sentí un poco insatisfecho, el día me lo hizo esa sonrisa de la chica aunque… no pude conseguirle nada útil le escribí para hacerle saber que en una semana y media más o menos, podría llegar lo que necesitaba.
Saque una hoja de un cajón que tenía ya bastante tiempo no abría, cubiertas por el polvo simplemente les sople y con la tinta en la mano derecha comencé a escribir.
“Hola, disculpa tengo una mala noticia. No pude conseguirte el informe, mas tengo otra buena. Puedo conseguirlo en una semana y media aproximadamente, lamento no poder hacer algo para que sea antes, sin embargo cualquier noticia de saber si llega antes te lo hare de saber de inmediato. Además si necesitas algo recurre a Don Choche, dile que vienes de mi parte y te atenderá con gusto. El está a unos 10 m fuera de las oficinas, enfrente del puesto de jugos de Mateo Club.
Por último, en la mañana te vi discutir con la señora que es encargada de informe y atención al cliente. No prestes mucha atención es algo histérica, cuídate mucho y gracias por la sonrisa.
Atentamente El Joven.”
Metí la carta en el buzón y por cierto vaya que hacía harto frío, aunque no fue ningún limitante. Tenía compromiso hecho y quería que todo saliera bien. Después me fui a echar el sueño.
A la mañana siguiente lo primero que me hizo despertar fue el sonido de un tamalero, increíblemente sucedió. Primera vez que me despierta el tamalero. Lo más seguro es que anteriormente tenía sueños abstractos, ahora tan solo soñé en blanco y negro. Recibí una carta que decía justito así:
“Hola.
Muchísimas gracias por la atención, la verdad no se que hubiera hecho sin tu ayuda y cortesía, ojala existieran más personas como tú. Yo esperare lo necesario no te preocupes por eso, además ya me siento más tranquila de que por fin alguien me dio una oportuna respuesta a mis plegarías.
Cuídate mucho. Por cierto hoy pasare a tu oficina de nuevo, me gustaría pedirte un favor cuando te vea allí. Hasta entonces.
Atentamente La Chica.”
Lo primero que hice fue abrir bien los ojotes y leerla de nuevo, salte de la cama y me apresure a engalanarme, perfumarme, tomar mis portafolios y salir disparado a la oficina. En el camión sentí la sensación de que a mi venía una duda, una inquietud que decía dentro de mi cabeza: ¿Por qué la prisa? Es que estaba emocionado, jamás en mi vida había recibido una carta. Digo se siente parecido a recibir un mensaje en “Face Book” pero más coquetón.
Al llegar a la oficina, de nueva cuenta estaba ella en informe y atención al cliente armando el alboroto.
Ignore la causa y decidí no hacer más que mi trabajo, a veces es feo sentirse que eres empleado pero sin este humilde trabajo caerían todos los sectores de producción. Estaba cómodamente haciendo el resumen cuando me tocaron el hombro ¿De quién se trata? Era ella y con esa sonrisa tan suya que tenía me dijo:
-Oye, no te preocupes conseguí el informe.
-Excelente, solo una cosa. Bueno en realidad dos. –Dije con muchísima seguridad.
-Dime.-Respondió mientras sostenía la sonrisa de ayer.
-¿Para qué querías el informe? Y ¿Qué favor ibas a pedirme hoy?
-Para mandar a tirar el edificio, un sismo menor de 3.0 en la escala de Richter podría tirar el edificio como el viento soplándole a las hojas.-Dijo con bastante naturalidad.
-¿¡Qué!? Tirar el edificio… Eso nos dejaría a nosotros sin trabajo.-Comente un tanto exaltado.
-¿Prefieres perder la vida a tu trabajo?-Me interrogo con gracia, alzando la ceja derecha.
-No yo…-Sin palabras claro, me dejo calladito.
-El favor que iba a pedirte es que si pudieras escribirme otra carta, te lo agradecería muchísimo.
-¿Otra? ¿Pero qué diría?
-Platícame algo sobre ti si quieres. Bueno tengo que irme. Que tengas buen día.
Sin más se fue y no pude despedirme de ella me quede perplejo en la expresión de sus palabras, como si el inmenso cielo descendiera un poco a las oficinas para dejar de rascarse con nuestras altas puntas de construcción, como si entonces la calidez del sol entrara por todas las ventanas y endulzara el aire.
Bueno no quise ser descortés o inconsistente, mande otra carta al término de la noche. Se rumora que la noche empieza a mitad a las 12:00pm, para mí es a las 12:00pm que apenas comienza la verdadera oscuridad de la misma. Tome otra hoja y no escribí mucho, solo que guardaba un poco de interés en que hacía, su trabajo quizá, sus intereses. Llego un punto en el que pensaba si quería nuestra seguridad o quedar bien con alguien por lo del edificio. Seguramente un poco de ambas, me anime a preguntarle en la carta sin tanto ajetreo y de forma sencilla. Quedo algo así:
“Bienvenida. La hora es 12:00p.m. Me encuentro escribiéndote la mencionada carta ante hace unas horas. Flacamente se me fue el día en esas estadísticas que siempre me aburren. No sé qué decirte sobre mí, esto es totalmente nuevo ya que no acostumbro usar este medio, es muy bueno y efectivo, recibí tu carta esta mañana en cuestión de horas. Me quede con dudas, ¿Cómo lo lograste? Y bueno ¿Te preocupas por los trabajadores? Ya sabes los de mi edificio, en último plano quería saber si alguien te había enviado a tal labor. Quizá otro día charlemos con más calma, tomando un café o yo que sé.
Cuídate mucho y hasta pronto. ”
Sin mentirles, al día siguiente ya estaba levantándome con un café recién hechecito a ver el correo, mi mayor sorpresa fue que un cuervo custodiaba mi buzón de forma celosa. Demasiado despierto, el cuervo movía la cabeza vigilando a todas partes, pensé en acercarme despacito para no mostrarme como su enemigo pero de inmediato el agacho la cabeza como diciéndome: “te traje algo”. Continué los pasos y abrí el buzón, el cuervo no se movía en lo más mínimo en cuanto vio que tome la carta me asusto con un vuelo desesperado y hermoso entre las nubes polvorosas de gris en la mañana. Fue un suceso extraño y algo alarmante, no era para tanto. Parecía película pero bueno, en fin me adentre a mis aposentos, me tire sobre un sofá comodísimo de terciopelo y color rojo. Observe la carta y no tenía datos de mi dirección solo el número del correo. –Qué raro- me dije mientras la abría. Era de ella, de nuevo me respondió a tempranita hora, esperaba hallar la explicación de cómo es que lograba enviármela en transcurso de horas.
“Hola, muy grato saber que sí me escribiste. La respuesta a tu pregunta es sí, sí me preocupo por los empleados y no solo por ustedes, por otros cientos que están en la misma situación. Todo empezó con un ligero sueño en el que nuestra ciudad, así de colorida como es (-vaya que estamos de acuerdo en eso-me dije) estaba en ruinas. Me constate de que mi sueño era una aproximada realidad cuando, se me fue informado que el gobierno está probando explosiones cerca de la ciudad. ¿No es eso ilógico? Necesito pruebas para demostrarle a nuestro irónico gobierno que es incorrecto esas pruebas, más a costas de la ciudad inestable que tenemos.
La última respuesta creo que fue evidente, no es un cartero quien deja las cartas sino mi otra forma. Mi transformación. Cuídate y gracias nuevamente. Nos veremos hoy de nuevo, lo sé porque pasare a tu oficina a visitarte. “
¿Qué podía decir? Me confundía y de que buena manera. ¿Qué pensaría la comunidad de mi trabajo? ¡Qué estoy demasiado loco yo creo! Ahora tenía más preocupaciones, jamás en mi vida fui valiente pero siempre encontraba el mejor momento para decir las cosas con esa seguridad que desplazaba a los mares. Me iban a quitar el trabajo, la casa no lo sé, espero que no. Era esclavo entonces de sus palabras, las repasaba todo el momento, leí la segunda carta dos veces y note con maña la partecita esa de: “Mi transformación”. Esta chica ve demasiado “Hollywood” yo creo, que ocurrencia decirme o darme a entender, claro porque no soy ningún bobo, que ella es un cuervo aparte de ser humana también.  ¿Será que no me estoy fijando en algo? A saber, me dirigí a la oficina con más dudas que ayer. El camión paso temprano y cuando llegue apenas si estaba Bermúdez el de aseo en las oficinas. Fui el primero y por primera circunstancia en mi vida. Se siente bien y mal, bien porque te van a dar crédito de puntualidad, mal porque no tienes con quien entretenerte.  Espere jugando con una moneda a que llegara la de informe y atención dado que tiene record aquí de ser la más puntual. Llegó y me saludo con su tonito interesante. Cavilé los 4 minutos que pase entretenido con la moneda, que decirle y como preguntarle el chisme de la chica alborotadora.
-Hola, oye no acostumbro preguntarte sobre quienes vienen a pedirte informe mas tengo una duda grandísima. ¿Me ayudas?
-¿Qué necesitas? Apresúrate que tengo que registrar las llamadas de hoy.
-Antier y ayer vino una joven que armó todo un alboroto. Quisiera saber si tienes alguna información de ella.
Sin decirme nada, me entrego una tarjeta y siguió dándole vueltas a las hojas de la agenda mientras les ponía sello.
La tarjeta era muy interesante, un cuervo de portada, nombre, código postal  y… eso es todo. Nada de un número de teléfono o celular cuando menos. Me rasque el cuello, me puse a trabajar y cubrí las horas. La verdad es que no la vi aquel día jueves, me quede esperándola incluso unos 15 minutos afuera de las oficinas, llovió y pude cubrirme apenas con el segundo portafolio vacio.
Le escribí una carta donde mostraba mi alterna preocupación y además entendiéndola sin reclamos que ella pudo haber tenido cierto inconveniente, le mostré mi inquietud de que en determinada situación podían entonces tirar mi hogar también, que digo el mío, sino el de muchas otras personas. Mire la tarjeta antes de dormir fijamente, de nuevo esa portada con un cuervo, su nombre y el 02080.
Quede dormido, totalmente perdido me canse bastante y es que ahora no tuve mucha motivación, guarde en mí la idea de que vendría y eso me alentaba pero al ver pasar las horas sin su llegada el ánimo fue disminuyendo. La verdad no recuerdo mucho sobre que escribí en la carta que envíe, recuerdo mencione lo impresionado que estaba de los datos y bueno de la presentación, del cuervo de esa tarjeta.
Unos ligeros golpes en el cristal de mi ventana hicieron que me despertara, mi sueño fue absolutamente en blanco y negro. Volteé hacia la ventana  y me asuste pues de nueva cuenta estaba ese cuervo de la mañana anterior que reposaba  belleza en mi buzón. Golpeaba con su pata la ventana y en la otra tenía un sobre, me impacte al ver la habilidad de aquel animal para entender su misión; le abrí la ventana y deje que entrara, arrojó la carta a mi cama, me miro y agacho de nuevo la cabeza y le acaricie como el día anterior, como una forma de darle las gracias. Se marcho de forma espeluznante dejando dos plumas que se cayeron de su plumaje, mientras estas plumas espejeaban la reciente llegada de los rayos prematuros del sol naciente. Una carta que de nueva cuenta no tenía ningún dato, solo mi número de correo, la primera cuando menos contenía mi dirección.
“Hola, oye discúlpame tuve una complicación, tenía que atender la demanda que puse hace dos días y no pude asistir a la oficina donde trabajas. Sé que suena extraño ya que me hubiese gustado demasiado visitarte. De cualquier forma te aviso, si van a reconstruir las oficinas donde trabajas, tendrás que mudarte también. Tu hogar será removido junto con la zona de percance en unos 50 m a la redonda. Si tu quieres, puedes quedarte a vivir conmigo en lo que consigues donde ubicarte, con respecto al trabajo ¡bueno! Terminada la presentación de mi demanda formalmente me di la tarea de buscarte un puesto en una estación del Instituto Panamericano. Sé que no es mucho, ni lo que tenías pero es bueno para empezar. Otro detalle, no escribo en mi tarjeta más que el código postal y mi nombre ya que no me gusta depender mucho de la tecnología, siento que estamos demasiado atados a ella y siempre es mejor recurrir a los ancestrales métodos, a esos que encantan y se respiran a libre alegría, no caprichosa.  
Te doy mi disculpa de nueva cuenta y espero puedas responderme pronto. Cuídate y por último, hoy a las 11:00 a.m. comienza la reconstrucción de la oficina. La unidad habitacional donde vives se remueve apenas pasada la semana, cualquier cosa escríbeme. “
De acuerdo, ahora sí estaba que se me salía la alegría hasta por las orejas. Mi superstición me detenía un poquito y es que era demasiada confianza, tan pronto que bueno si estaba algo confundido, además poco sabía si hoy la vería así que a la incertidumbre más vale darle prisa. Me engalane con traje de gala, perfume no guardado ni antaño, un aroma fresco y vespertino. Llegue a las oficinas a las 10:00 a.m. y ya estaba todo el cuerpo de trabajo afuera, quejándose, haciendo señas obscenas, gritando y abucheando al equipo técnico de demolición que a mi parecer, solo esperaban el sí para comenzar. Mi jefe, esa voz pedorra que les platique, sonó como un digno reproche.
-Godínez, ¿usted sabe quién es el responsable de todo este teatrito?-Dijo con molestia y antipatía.
-No señor, no lo sé.
-A usted se le vio platicando en dos ocasiones y muy a gustito, con la joven del alboroto. Las malas lenguas Godínez Martínez escuche bien, dicen que ella mando a hacer todo esto. Si usted no me dice la verdad, olvídese de…
Sí, lo interrumpí antes de que soltara o se le ocurriera si quiera insultar a la chica.
-Mire señor, jefe, ya le dije no sé nada.  Tengo suficiente para que usted se sienta libre de molestarme.-Dije con entereza. Entereza del más débil, genial.
-Entrégueme en este momento su celular, su computadora portátil, su Ipod, su reloj y las llaves de su auto.-Dijo mientras se le coloraba, gracias México colorido, su rostro a rojo.
-Aquí tiene, al fin que la tecnología a mi no me maneja, yo la manejo.
Le entregue todos los aparatos con una buena sonrisa, mi sonrisa era justo como la de la chica que me escribía las cartas, pude vérmela en un charco mientras caminaba a mi casa.
Al llegar, lo primero que hice fue sacar una hoja del cajón, tinta y a escribir.
“Hola, oye se siente tan bien despedirse de todos los aparatos que carga uno. Justamente me los quito el jefe, porque le dije que no sabía nada de la reconstrucción de las oficinas. Estaba demasiado molesto y no me satisfice su molestia, sino que gracias a ti aprendí a ser yo otra vez. Por cierto, sería muy descortés y pelafustán de mi parte irme a vivir a tu hogar, incluso con que me buscaste el empleo es más que suficiente. No te disculpes porque no pudiste venir el día de ayer, lo has hecho aquí dentro del pensamiento y claro, a través de tus cartas. Que pericia la tuya para llegar justo a cautivar mis emociones.  Iré en este momento al Instituto Panamericano a revisar el trabajo, así en cuanto más rápido mejor podre conseguirme un sitio. Sin necesidad de causarte molestias, te agradezco.  Buen día y te escribo al rato, por ahí de la noche. Cuídate.”
Deje la carta en mi buzón, y di marcha al Instituto. Me recordé, que el jefe me pidió las llaves y se las di, el inconveniente es que el carro está en la cochera y sin gasolina. Así que tome el camión y al ser temprano llegue a buen momento.
Les resumo lo que ahí paso, me dijeron –bienvenido- me ubicaron en un cubículo con muchas fotografías de la chica y pensé que era el de ella, aunque un tal Ceballos me comentó que así lo dejo hecho para mí. Trabaje como nunca antes, con esmero y sin ser aburrido por cifras, ni números, nada podía incomodarme era demasiado afortunado y quien iba a pensarlo, me quede preocupado por mis demás compañeros de trabajo. AL salir del Instituto, tome el camión de regreso y también tome del cubículo una foto de la chica, la quería guardar en mi cartera pero no la llevaba, así que no saque la mano de mi bolsillo en ningún momento pues para cuidarla y evitar que se dañara.
Entre en mi casa, un poco menos animado y estaba allí ella, la que había visto días anteriores ya estaba dentro. En mi mesa que me regalaron unos amigos al independizarme y vaya que postura tenía. Ella, en su transformación, no tenía una carta para mí esta vez, pero si algo distinto en la forma de su mirada. Deje el saco finísimo en el colgante y me senté en la mesa a unos cuantos centímetros cerca de ella. Estuve mirándole unos 2 minutos hasta que solo dije: “Hola, ¿eres tú verdad?” No se afligió, movió la cabeza a los lados como un buen córvido y voló alrededor de mi casa, hasta que finalmente se marcho por la ventana que olvide cerrar. -¡Qué descuidado soy! Me dije y cerré la ventana. Me pareció extraño que no trajera una carta consigo, tal fue mi sorpresa que al llegar a mi habitación estaba ella sentada en donde escribía las cartas que le enviaba.
-¿Qué haces aquí? ¡Qué sorpresa más agradable!-Pronuncie.
-Bueno, te preguntas como entre, no fue sencillo tus ventanas son algo pequeñas, y aunque me sentí algo estúpida al principio pensé en lo significativo que sería.
-Ya que estas aquí, dime ¿a qué se debe el honor a tu visita?
-He venido en persona a dejarte la carta más importante que puedo darte esta semana.
-Me tienes atónito, eso ha hecho más que interesante la semana. Has llenado de vida a este joven que no pasaba de lo que avezaba.
-Bueno, es que tú me has tenido en la misma posición. Confieso sin arruinar el contenido de mi carta que, estoy perdida entre lo que se llama amor, en y amiento. Así sucedió y me lo dicta el corazón nadie más.
Me quede con una sonrisa interna en la que podía aventar todo por la ventana de tanta euforia.
-Gracias, esto es como de película.
-Ojala no sea una película de romance porque en este momento estaría besándote.
Joder, que intensidad, que dialogo, mi corazón temblaba entre segundos más latidos y bla bla bla. Suspire profundamente y al verme dominado por ella solo dije:
-Lo descubriremos al leer esa carta, por el momento es algo tarde y me preocupa que andes sola por la calle y a estas horas. ¿Me permites acompañarte?
-Solo si sabes volar.
-No ¿qué clase de afirmación es esa? No soy un súper héroe ¿Cómo voy a volar?




Ella sonrió como el primer día en que le conocí, se salió de mi cuarto y abrió la puerta de la entrada de la casa.
La seguí cautelosamente y entonces sin ver mucho se perdió entre el viento. Me sentí demasiado ciego, ya que de un momento para otro el único rastro que dejo fueron de nuevo dos plumas negrizcas y plenamente relucientes. 
Cerré la puerta, y deje la ventana abierta por si deseaba regresar aquella ave negra. Corrí al cuarto y vi la carta, la abrí y me senté a leerla.  Decía así:
“Hola, las palabras son pobres para expresar lo que hoy siento, he hecho mucho está semana y ha tenido sentido desde que una persona tuvo corazón para mirarme y verme como realmente soy. Sin juzgarme por mi apariencia física, sino por valorar lo que llevo dentro. No tuve miedo al insistir, pues ese sentimiento que conecta a las personas, ese que te dice que es un buen amor el que ahí se encuentra. No es cavernícola creer que si hay esperanza para todos, cada quien ejemplificativo con su mar a quien alagar.  Me viste con esa cara, tan tuya que atrapo mis sentidos, guarde la calma porque quería impresionarte. Muchos me tomaron como un ser extraño y solo tú me has hecho sentir la chica más normal e interesante de todas.
Gracias, nos veremos pronto. Mi joven cuervo “
Esto si me pareció demasiado extraño, es que yo no notaba nada de anormal, para mi físicamente era una chica digamos atractiva, con una bonita sonrisa y además ese perfil que la hacía genuina. Definitivamente debía haber algo extraño, problemas de autoestima o una trampa. Fue demasiado apresurado, pero si dudaba, si mi mente dudaba entonces echaría todo a perder.  Acepte como un caballero y me dije, caray tengo toda la vida para conocerla de precipitado solamente tiene la sinceridad. Sin mucho más que pensar cerré la carta y la guarde con las demás. Como ella dijo afirmativamente que nos veríamos pronto entonces decidí preparar yo una sorpresa. Le escribí mi carta definitiva en persona.
Al día siguiente me levante y me recordé que era sábado, gracioso sábado de descanso. Aunque en el Instituto Panamericano se me recordó que podía o no ir en sábado o domingo, que la diferencia estaba en que si voy sábado, no voy domingo, si voy domingo… bueno ustedes entienden. Si ella dijo que nos veríamos pronto se refería seguro al trabajo, así que sí fui.  La gente me veía distinto, como si rumoraran a mis pasos, secreteaban mi porte, me arregle como acostumbraba y no era precisamente algo físico lo que arañaban sus palabras.  Sentía tanto sus miradas, a diferencia de ayer que actuaron tan cordiales y sumisos.  –Buenos días- dije un poco temblante en camino hacia mi cubículo. Al llegar, ya no había adornos, nada de fotografías de ella, únicamente una nota pegada a mi escritorio. “Hoy no nos podemos ver, lo siento” Era ella, ¿quién más podría? Bueno, suspire y me puse a laborar como debe de ser, pero fui interrumpido por un señor de bajita estatura que al parecer estaba subido en su silla.
-Oye, ¿de verdad te ayudo la chica a que encontraras este trabajo?
-Así es amigo, gracias a ella pude sacar trabajo rápido y lo necesito porque no tardan en tirarme la casa.
-Bueno, ojala encuentras algo pronto.
-Gracias…
-Oye ¿qué es de ti?
-¿Qué cosa?
-Vaya que si es una cosa, un monstruo diría yo.-Dijo mientras soltaba un espaciado carcajeo.
-No sé de qué me hables, pero debe estar divertido.
-De ella, la chica quien te ayudo al trabajo.
No dije nada más, los próximos 10 minutos ignore una sarta de comentarios muy ofensivos y no tanto para mí, sino para ella, debo reconocer que tiene una forma misteriosa de ser juzgada, todo mundo la ve demasiado horrible, además se aparece cada que es bueno. Un misterio, no me importaba mucho lo que la gente decía, era mi enigma más preciado.
Sin alargar mucho, regrese a mi hogar con la carta definitiva en mis manos, lo que no me di cuenta es que me seguían y lo supe porque al llegar a mi casa, de inmediato pude ver la sombra de alguien.  Al girar, no se trataba más que del soplar del viento y el frío de mis manos. Sin embargo cuando confiado estaba que confundido me encontraba, otra de sus sorpresas a mi llego. Una vez más su transformación, aunque para mi mala fortuna sangraba, sus alas estaban rotas y cuarteadas, se encontraba en el piso luchando por ponerse en pie. Le mantuve la mirada unos segundos, alentándola a que lo lograra, no quería intervenir en un rito tan sagrado de lucha, mas al ver su impotencia asumí que ya no podía quedarme más tiempo de pie. Le levante y cure las heridas como si se tratase de una persona, que cosas digo, claro que es una persona.  Quedó sin movimiento, el cuerpecito de aquella transformación córvida solo respiraba en voz baja, le deje en un cojín de la sala esperando a que despertara; me senté en el sofá que quedaba justo enfrente vigilando su sueño, tratando de apaciguarla con mi pura estancia. No hacía falta, trabaje de más para poder olvidar un poco la tensión de que no la vería y caí rendido. Me dormí en el sofá sin moverme. Nadie me despertó, fui yo quien en desesperación desperté de forma agitada y enervante. Seguía allí pero completamente desnuda, era ella. La cubrí de inmediato con mis cobijas, y la recosté mejor de la mala postura que tenía, respetando su cuerpo claro.
Entonces déjame ver si entiendo, me enamore de una córvida persona, una mujer que se hace cuervo a disposición, que lucha por el bienestar de la gente, que es de una época en la que no le gusta abusar de la tecnología y por si fuese poco le gustaba escribir cartas. Cuide de ella hasta que pudo despertarse; despertó temblando, asustada, horrorizada, y con mucha confusión en sus espumeantes miradas.
-Tranquila, no ha pasado nada, todo está bien.-Intente sosegarla mientras guardaba una distancia considerable.
Me miro fijamente y por un momento pareció que olvidó todo lo que sucedió. No es buen momento para mi carta pensé.
-Lo es, es buen momento.-Me dijo,
Bien ahora el que tenía miedo era yo, como me leyó la mente, no es que fuese supersticioso pero leí en una cadena del Hotmail que sino reenviaba un angelito iba a tener tenebrosas próximas dos semanas. Estaba en el término de la primera, la segunda quien sabe.
Le di la carta, y sabía que tenía sobre todo pericia en lo que decía.
La abrió y la leyó fijamente, con ardua atención un tanto más tranquila.  Ella me tomo de la mano y me dijo, cierra los ojos. Pensé en ese momento que iba a ver un beso, estaba demasiado penoso porque lo que escribí ahí fue demasiado declarativo. No pensaba mal, me beso y en ese beso me perdí completamente, el cuerpo dejo de sentir un orden, ya no me guiaba por algo físico sino por lo que dentro de mí se asomaba como si naciera un nuevo yo. Un albor, un arúspice que me tomaba entre sus manos. ¿Tan pequeño era? Sin ver más atrás de lo que había, era todo un complejo nuevo de alas negras y reluciente pico fino. Ella y yo, éramos entonces dos córvidos. Volamos a lo lejos de la ventana, la casa y nos separamos cientos de metros de distancia de ella. Me di cuenta de dos cosas, que me despegue tanto de los bienes materiales que solo me encontré a mí mismo, a mi otra forma animal esa que es juzgada como un esperpento solo por ser diferente. Además comprendí que el amor vuela a todas partes, siempre y cuando se esté doblemente dispuesto a que llegue por ambas personas.

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