jueves, 18 de octubre de 2012

El último cuervo en pie.

Para Demencia. Un ser hermafrodita de talentos incomparables, de virtudes irrefutables y de corazón valiente. Cualquiera que haya sido tu época, tu nombre o tu vida, gracias por reencarnar en la mía.
El último cuervo en pie.
-De ninguna manera diría algo así. -replicó ella en extendido acento de la última palabra.
-Ja ja lo sé. Es que todo es tan perfecto cuando yo estoy contigo...-dice él tan seguro y sin  asombro.
- Ay ¿En verdad lo piensas así?-ella cristalina su esperanza en un retoque de sus párpados.
-Sí. Un magistral sueño eterno, así cualquier día es bello compartido a tu lado.
Ella sonríe. Toma sus manos y las enreda suavemente en su cintura. Le propaga un beso que hace un suave eco, se repiten los contactos con efusión y sentimiento. Dos almas ahí detenidas en el tiempo, cruzadas en una realidad del "te amo" y el "para siempre." Entretenidas en los jugos de sus almas, en los vientos que traen dentro sus cuerpos, agazapados en las sombras proyectadas de sus figuras atrevidas. Enraizados por el veneno de sus "te quiero" y encaprichados con las miradas que con el silencio obligan de nueva cuenta al proceso de los besos. 
-¿Por qué? ¿Por qué me gustas tanto?-pregunta él desconcertado, sin borrar de su máscara la sonrisa hecha estatua.
-De todos, eres el mejor, porque me tratas bien. Porque me cuidas y entre tus brazos yo me siento muy protegida.-responde ella incitando las caricias, devolviendo el calor a las equinas frías de las neuronas.
-¿Y ya viste la película que te comenté el otro día?-pregunta él controlando la llama de sus demonios, encendidos cual noche llena de luna.
-¿Cuál? ¿La del espantapájaros? 
-Esa misma.
-No, es que de todas formas pienso que sería más bonito verla contigo. Así los dos bien juntitos.
Él ahora es el que sonríe con una paciencia diminuta.
-Suena bien, bien. Ayer hable con los cuervos del refugio otra vez.-él le responde alegre.
-¿De nuevo? ¿Y a qué horas fuiste?
-Pues, como a eso de las 10 de la noche. 
-¿Por qué tan tarde?
-Es que a esa hora cierran el refugio y yo entro a escondidas. 
Ella se detiene un instante, lo replantea en sus cráneos con un suave disgusto. Lo repiquetea con una mueca torcida, el ceño fruncido.
-Pero es que es muy noche, no me gusta que vayas ahí tan noche.
-No pasa nada. Son... cuervos, yo les quiero. En verdad les quiero.-dijo él seguro sin retirarle los crédulos ojos de los opuestos, los de ella.
-¿Más que a mí?-pregunta ella alzando sus cejas. 
-No obviamente no. Podría hacer un monologo si quieres de porqué te quiero más a ti que a ellos. 
Ella lo besa con fuerza, pos moderna ternura, clásica paz, alucinante tertulia, prolijo plañidero, dudoso instante de éxtasis y reclamación de los pantalones de él por ser tan apretados. Reclamación de ella en su falda por ser tan larga y sus manos tan cortas. Entrevistas de pieles con acercamientos ofensivos, estridentes recelos de pánico en sus allegadas masas que generan toda clase de gestos de sorpresa e incitación. Se teje un enigma insoportable : ¿Rozaremos tus muslos con los míos aquí en el transporte público? ¿Invadiré tus piernas con mi cañón de carne y hueso? ¿Sentirás la exclamación de mis adentros si se incrusta contra las montañas de tu pecho? ¿Tus fosas nasales activaran una señal de ansias y deseo? 
-Jamás olvidaré este día.-insistió él con la mirada. 
-Obvio yo tampoco. Pero hay algo en serio que me preocupa.
-¿Qué cosa?
-Pues tus cuervos esos. Te hacen esforzar tu cerebro demasiado...
Él ahora se detiene sin instante, no lo replantea en sus debates internos, no lo repiquetea con sus torcidos gustos y placeres.
-Mi cerebro está bien. Mis cuervos están bien. Cuando estoy con ellos, mi alma por fin logra alcanzar volar, la jaula del adiós se rompe y respiro una vez más en el limbo del tiempo.
-"Wow" Se ve que te gustan mucho.
-Sí...
-Está bien mi cuervo, ya en la que sigue tenemos que bajar.
-Pero antes dame un último beso. ¿Anda sí? Es que...
Ella le interrumpe con sus labios, le hace sentir la  complicidad de nuevo. Son dos bendiciones en un solo arreglo, el beso que excita a otro beso, y el beso que se graba en los cuarteles de su boca. 
-Somos bien besucones nosotros dos ¿no crees?-intuye él con un asalto a las espaldas de ella, su ejército representado por su mano le invade parte del llano campo de la espalda. 
-Algo.-respondió ella dejando correr sus ojos a las mesetas de un punto muerto.
-¿Cómo que algo? Nos encanta perdernos en ese intimo instante, certero nacimiento del amor que nos tenemos.
-¿Nos?
-¿Osea que a ti no? Bueno a mí sí.
-Ja ja es solo broma, me encanta tu violencia, la forma en la que me alagas, los cumplidos que me haces en cualquier cosa. Me gustas de veras. 
Él hace una sonrisita boba, sus mejillas se estiran con agujeros redonditos y pequeños.
-Bueno, adiós ya me voy.-resuelve ella en un tímido movimiento de su palma estilo péndulo. 
Un cuervo volando a lo lejos se aprovecha y deja caer su corpulencia en sus ojos. Le miran ambos, él sin extrañeza, ella molesta.
-Que raro ver un cuervo de la nada.
-¿Por qué?-pregunta ella arrojando como soga su brazo al de él. 
-Es que no son mucho de estar con la gente. 
-¡Ajá! Ya te descubrí mentiroso.-jala ella la soga y se despide de la cercanía que unía sus sombras.
-¿Qué? 
-Sí, sí, no te hagas el que no sabe. ¿Trajiste a este cuervo para que me espiara? -pregunta enfadada ella.
-No. Yo ni si quiera puedo hacer eso, como crees.-comenta él estupefacto.
-Uy sí, ahora te harás el santito ¿no? Estoy cansada de tener que aguantar esos pájaros por donde quiera que yo ando. Me siguen a todas malditas partes.-ella hace dengues a cada extremo de sus horizontes, su molestia incrementa como un soneto maldito traído de alguna aula del infierno.
-¿De qué estás hablando? Confieso no saber de qué podrías estar sentenciándome ahora.-pregunta él sumamente confundido, atravesado por el desconocimiento y la prenoción de nostalgia. 
-Ay ya carajo, por una jodida vez deja tu léxico en prosa y no mientras.
-¿En qué? ¿En qué miento?
-En que no mandas cuervos a estarme espiando ¿Tanta desconfianza me tienes?
-¿Qué cuervos? Sigo sin poder entenderte ¿por qué estás diciendo todo esto?
-¿Eres el cuervo?-ella arrebata su cuello con la velocidad de un guante bien acomodado.
-Me gusta que me digan así nada más, es un apodo.-él se defiende con sus ojos temblorosos, con las pequeñas gotas de su llanto.
-¿El cuervo? Eso es estúpido. "¡Ay si mi religión es el cuervo! ¡Ay si que yo no te miento!" ¿Qué has hecho de la otra eh? La tienes seguramente escondida entre las plumas de alguno de esos pinches cuervos. 
-¿Te sientes bien?-exclama él entre la divergencia y la melancolía.
-Pero que hablador y ¿Sabes qué? Eso es lo que eres, un hablador que no tiene manera de corroborar todo lo bello que escupa esa boca. Estoy cansada de tener que aguantar tus cambios tan drásticos de personalidad, aburrida de tus tontos datos curiosos y tus historias mal contadas. Estoy muerta del sueño cuando me platicas de tu política y tus pinches cuervos ¿Qué no te das cuenta pedazo de idiota que no me importa un carajo lo que platicas? ¡Al diablo tu seminario! De nada te sirve tener tanto verbo si eres un falso hipócrita.
-¿Por qué? ¿Por qué me juzgas de esta manera? ¿Qué te hice?
-De todos eres el peor, porque sientes que lo sabes todo, pinche sabelotodo y peor todavía porque crees que lo controlas todo, pinche controladotodo. No te permites ver que eres como un niño jugando a ser Dios y deseando que todos sean iguales a ti ¿Qué tienes tú de bueno? Eres...
-Los cuervos, eso tengo de bueno. Es ilógico, lo sé, pero al menos los tendré siempre..interrumpe él sin miedo, sin contar más el tiempo.
-Ja ja pobre niño, ándale corre a escribir tus utopías, corre a escribir tus sentimientos en una hoja de papel arrugada. Que patético eres.
Él se inmuta. No puede decirle algo más, cuando ella habla por dentro se le desmoronan todas las ciudades que construyó bajo su nombre. Como castillos de arena, una ola los devora sin demora, un agujero crece sin censura, todo está muerto, todo muere, todo se acaba, todo se va desnudando a una fragilidad inmensa, a una exposición del más allá. Le tiemblan las rodillas, se le vencen las piernas como nieve desplomada en la acera, como el humo de un cigarro que se abandona su huésped en cuestión de segundos.  Los cuervos graznan en sus orejas, les ve volando por todas partes, les ve rodeando ese tétrico desvarío de insana cordura. Ella quema todo de tajo, pronuncia otras leyendas que se reproducirán en su memoria hasta que la vida le deje a él abandonado.
-¿Quién es la otra? ¿La amas ya tan de prisa?
-No hay otra mujer en mi vida. No hay otra esperanza que no sea la mía debajo de la tuya.
-O me quitas a tus espías o de mi te olvidas. Tú decide.
Él rápido ahuyenta a sus cuervos, los hace volar con premura, sin formalidad ni falsos espejos. 
-Váyanse, váyanse, largo, no los quiero ver más en lo que resta de mi vida. 
Él ahora se derrumba en el suelo, perfecto producto del infierno, nada aquí adentro, ni tumor ni cáncer, ni más cabello que crezca, ni más uñas que se salven de quebrarse. De tanta suplica, él queda en su banalidad,  ella agradece con misteriosa risa demoníaca y se aleja entre las tinieblas de la noche partida en lo que atrofia y embalsama.
-El dolor, mi único recuerdo de que fue real. Que no morí a pesar de que todo a mi alrededor se marchitaba. El saber que fue real aunque ustedes dos se lo llevaron todo de aquí, dejando un vacío en mi pecho, como una soga que comprime mis pulmones y como una nube perforada que llueve mis lágrimas. Tú y tu amante me dejaron completamente abandonado.-dice él sin más resistencia. Se desploma de inmediato y su cuerpo, lentamente se lo come el fuego.-Aunque no lo quieras, ahí queda 

mi pedacito de historia, los retazos de mi ser corrompido por el amor fugaz, por el amor del "te amo" y "para siempre". Advertencias desoídas, corazones de ira, tipografía de guerra. El mar del recuerdo en el que se hunde el cuerpo, en el que se bebe el alma y se vomitan los sentimientos; el inquilino que es de cuervos tomar, que sin saberlo, lo sabe desde un principio: tus engaños son redes que te delatan con una una sola mirada. Tus nervios te traicionan, te devuelven a la insoportable certeza que la pertenencia de un corazón dura en realidad muy poco. El último cuervo en pie, el que está en pena, cantándonos su tristeza, ese cuervo que ama, que todavía ama, es el mismo que se refugia en tus secretos.  Es este cuervo que aquí ven mendigando sus pocas atenciones...

Y cuentan que él se fue con sus cuervos esa misma noche, que a ellos se acercó y pidió saber toda la verdad. Ellos le pidieron a cambio sus ojos y su corazón. Él ansioso de saber si ella lo amaba, se los entregó y muy cerca del oído ellos respondieron...

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