lunes, 1 de octubre de 2012

¡Cuántos cuervos!




Uno, dos, tres... ¡Cuántos cuervos! ¡Uy, qué lastimados! ¡Cómo los envidio, ustedes sin pena ni tristeza! Los hay de todos: El cuervo fibroso, pacífico y engrasado por un sopor melancólico. El cuervo pastoso, cristalino y marchito. El cuervo que ama, el cuervo que se lo lleva la chingada, el cuervo que odia, el cuervo que no vivirá mañana, el cuervo de manchitas negras, el cuervo de esperanzas muertas. El cuervo viejo, corazón arrugado, cuento atrapado. El cuervo aburrido, el cuervo que ya se ha ido. El cuervo nuevo, el cuervo que solo quiere tu cuerpo. El cuervo gomoso, húmedo y mudo. El cuervo que marcha, el cuervo que se queda como la escarcha, el cuervo que grita, el cuervo que te ruega por una cita, el cuervo que te mira, el cuervo que por ti suspira, el cuervo indiferente,  el cuervo que te siente.

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