lunes, 1 de octubre de 2012

La noche está lejos, lejos, lejos, lejos

El cuervo a toda prisa, aterriza. Mira hacia acá, hacia allá y no encuentra la indispensable tinta  "¿Dónde la pude haber dejado?-piensa.-¿Estará en el armario junto a los cráneos? ¿Estará en el sótano de cuerpos mutilados? ¡Ya sé!" Toma la tinta de los ojos de una doncella y redacta una carta. Sella la carta con su dedito para echarla al viento, entre largas plumas negras. Así iría al cielo.
El cuervo en realidad no sabía escribir, pero su querida debería comprender, ya que la carta era de amor y cómo estaba en una urgencia no tenía tiempo de mayores explicaciones. Apenas tira vuelo de nuevo, el cuervo empuja al aire la carta y la luna se la come de una mordida. La carta quedaba olvidada en la luna, la luna en el cielo, y el cielo en la noche, pero la noche está lejos, lejos, lejos, lejos...


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