Esta noche estoy solo. Echaré de menos a mi compañera, era buena persona. Tenía una sonrisa fresca, una mirada balanceada y una nariz pequeñita como guayaba. Echaré de menos su tono de voz, sus cicatrices con las que me dejaba jugar hasta aburrirme, echaré de menos nuestras reuniones de media noche también. Pero esta noche estoy solo, a ella ya se la llevaron al manicomio y falto yo.
Me acostumbre a verla a ella. A soñar que sus ojos sacaba, me he acostumbrado a soñar que la he de ver de vuelta para jugar. Morderla hasta oírla aullar, mi gran anhelo de vivir ahora es verla con crueldad morir. Es curioso. Cuando uno está enamorado y piensa que, por una razón o por otra, puede pasar varios años con la misma persona, jurando y jurando que siempre estarán juntos. Uno piensa que aguantará tanto con alguien, que eso sería sencillamente soportable. Al menos he podido soportar lo suficiente para decir que no es soportable. Y repensando, que bueno que ya se la llevaron, falto yo pero todavía me niego a ir allá para divertirme con ella. Quiero que me extrañe un poquito, que me piense en las noches y antes de dormir me necesite al menos para poder cerrar los ojos.
Esta noche estoy solo, ya la estoy extrañando. Por favor, entra ya por esa puerta que aquí sigo soportando que te estoy esperando. Ven a jugar más conmigo, no quiero ir a buscarte a ese sitio y tener que reconocer que más de la mitad de esos supuestos locos, ni si quiera están locos. Tú eres la única de mi especie, creo que las demás mujeres como tú se extinguieron o ya han de vivir en otra parte. Eres mi trauma, me traumas. Necesito de tu ingenio para entrar en gloriosas satisfacciones, y no mentirme en el espejo diciéndome: ve nada más cuanto me divierto sin ti. Hace rato le corte la lengua a un hombre que la había usado demasiado en las mentiras, era político, y la use como trapeador pero su saliva solo ensució más mi piso. Ni si quiera fue un juego divertido, creo que si tú lo hubieras estado viendo me habría divertido en verdad. Porque con tan solo tenerte a ti viéndome, quizá no viéndome, yo me alegraba jugando y después tú jugabas conmigo con asombroso aplomo. Pasamos alegremente por alto el hecho de casi todas nuestras noches son mezclas de una colección de amor y odio. Tú me pegas, yo te pego, yo te muerdo para que me muerdas, tu me besas para que te bese y entonces yo sencillamente te beso. Terminábamos acostados, jadeando y sin fuerzas, hicimos el amor haciendo el odio.
Pero olvida y duda que te quiero. Quizá no es mucho pedir que también me olvides a mí, que mi ser desaparezca de tu realidad como un suspiro que te deje sin pulmones, con la brevedad en la que se quiebran los sueños al verlos muertos. Pero dada las condiciones actuales, te pediré que abandones tu dedo y su sangre, y vengas a tener amor conmigo, a que odies cuando estemos cerca y que ames cuando estemos lejos.
Toda la especie humana, querida compañera mía, tiene en común una amplia gama de módulos básicos de comportamiento. Pero en lo que nosotros verdaderamente somos diferentes, es en nuestras necesidades básicas; ellos necesitan: comer, hidratarse, excretar, coger y morir. Nosotros necesitamos sangre para no envejecer, necesitamos su carne para no adelgazar, necesitamos excretar para poder comerlos más, necesitamos coger para no morir de aburrimiento, y necesitamos morir para no extinguir a los humanos. Somos una especie ingeniosa, que sino puede encontrar tales satisfacciones no vacilamos en inventarlas.
Una vez me dijiste "nuestros juegos son irracionales." Y yo tome de prisa mis dientes, los enterré en tu cara y te dije al oído "mira cuan irracional soy para ti". Lo cierto es que sí fui racional, porque razone tus palabras. Pero hubo una noche, en la que no necesitaste usar tu voz, portadora de razón. Estábamos atando a dos violadores con cadenas de fierro oxidado, y tú dejaste caer sobre el ojo abierto de uno de ellos un alfiler. Ahí no necesite razonar nada, el instinto me abrió los ojos y yo obligue al otro violador para que se metiera alfileres en el ojo. Las cadenas reales que sostenían a esos hombres fueron sustituidas por unas invisibles. Aunque quisieran, ya no podían liberarse ¿Cómo iban a salir de ahí sin sus ojos? Y lo mismo sucedió con nosotros. Cada noche que nos atábamos en el juego, te lo confieso, nos atábamos en lo invisible.
Es difícil ser optimista cuando sé que estás allá y yo aquí sentado escribiéndote. Pero supongamos por el momento que huyes y vienes a verme. Esto significa que, si jugamos una vez más, nos encontraremos en el mismo lugar en el que empezamos. Todo lo que necesitamos es volver a jugar, hay que ir al cementerio y robar unos cuerpos para empezar, o mejor aún, hay que usar los cuerpos de las personas que te metieron ahí. De solo decir esto, ya hasta me dieron ganas de ir hasta donde estás...
Ahorita que escribí esto último, me acorde cuando me dijiste eso de "la media naranja". ¿Se supone que si eres mi media naranja no importa lo que se haga estamos destinados a estar juntos? ¿Si era así? Con estas palabras aquella noche, vituperaste mi corazón ¿Cómo atreverme a ir contra tu palabra si cada noche eras solamente mía y yo era para ti? Bueno, de vez en cuando tener relaciones con los cuerpos de nuestras víctimas no estaba tan mal, pero eso no cuenta. El punto es que de tanto pensarlo, metí varios cuerpos a una cascara vegetal enorme, los puse desnudos y con sus cráneos encontrados al centro. Después, partí a la mitad mi "naranja", escurrió un poquito y dentro de cada mitad no habían más que cuerpos destrozados por mis aburridos juegos (disculpa, es que sin ti todos son poco entretenidos). Los órganos explotados por la presión de la cascara, la preciosa sangre escurriendo como un jugo, los huesitos que parecían ser las semillas. Y efectivamente, en cada mitad había lo mismo y por eso creo que eres mi media naranja, porque si me parten a la mitad, estará una parte tuya en una de las mitades y por su puesto, otra mía en la mitad restante. Así que tal vez sea muy cierto eso de que no importa que nos separen. Con este hecho además se escapa de nosotros que tú y yo existíamos mucho antes del conocimiento, fuimos uno solo hace varios siglos y esto demuestra cuán completamente cierto había sido nuestro amor desde antes de conocernos.
Yo tenía entendido que ahí en el manicomio luego les pegan y los rocían con agua fría. Si te dieron en la nunca, olvídate, ya me jodí porque tu con un golpe en la nuca pierdes el conocimiento. ¿Te cuento como nos conocimos para que no se te olvide jamás? Bueno, pues una noche estaba solo (¿Qué novedad en aquel entonces no crees?), de cuidador de tumbas, ya sabes la espantosa rutina de vigilar que ningún vago se meta a fornicar o a querer profanar las tumbas. Entonces ya habíamos cerrado, no suponía haber nadie más que yo, en un principio eso me excitaba tanto, pero bueno continuando con el relato, pase al cementerio de mascotas y te vi ahí con el cuerpo detenido y la mente en blanco. Enfrenté tuyo, estaba una lápida que siempre mire sin importancia, se trataba de una lápida para un cuervo.
-Así que tú eres la dueña de ese cuervo-dije sin tartamudear-.Pues supéralo, está muerto.
Mis palabras fueron acogidas con respuestas sorprendentemente irracionales y violentas. Me derribaste con un golpe inmediato, te subiste encima de mí y tus labios me enmudecieron con esto:
-Está vivo. El cuervo, está vivo. Pero tú, tú estás muerto...
Mi miedo y excitación se envolvieron, se acariciaron, se tomaron de la mano, se, se conjugaron en un placer tan extenso que te sonreía a la vez que sudaba frío. Había una ráfaga de lava salivosa que aguardaba el rose de la tuya. No aguantaba más las ganas, tenía que decírtelo, tenía que gritar: ¡Mátame! ¡Se violenta como una desgraciada harpía! Pero mi poder sobre ti, pronto irrumpió el encuentro. Te levantaste desconcertada.
-Lo siento. No sé que pasó. Yo...
-No, no, está bien, por favor, está bien. Solo seguías tu bello instinto.-intenté tranquilizarte. Pero aún así te tapaste la cara, ¿por qué carajo llorabas? ¿te importaba mucho lo que yo pensará de tu persona? Creo que te daba vergüenza aceptar lo que eras en realidad.
-Al crecer, las aves jóvenes se vuelven independientes y dejan de seguir a la madre. ¿Tu cuervo murió joven o adulto?-pregunté quitándote las manos de esa ridícula protección.
-Murió en el nido, era muy pequeñito mi cuervo.-respondiste aun sollozando.
-Pues excelentes noticias compañera de la noche, si tu cuervo murió antes de ser joven depende de su madre. Depende aun de ti, aunque aquí ya no se encuentre. Él jamás va a dejarte por lo tanto, pues durante la eternidad va a necesitar de ti.
Con esto parecías calmarte, así que te abrace. Al hacerlo, una energía vibraba en mis fibras, una prolongada ola de éxtasis se acercaba a mis playas, un asedio brutal y cósmico vomitaba en mis orejas, un sin fin de cuervos se amontonaron en nuestro encuentro y yo no podía resistir un segundo más... tu piel tan sensible a la luz nocturna, tus caderas tan llevaderas al viento de su soplido, tus rodillas que se vencían con la tersa abertura de tus muslos, tus manos que flotaban intentando aprehender mi espalda, tus latidos pronunciados en la agitación que inyectabas, el dilema romántico de nuestra espontanea sensación de violencia ¡Por la mismísima muerte que nuestras locuras se fusionaron aquella noche! En un simple abrazo, nuestras almas sintieron conocerse como si llevaran cientos de años intentando estar juntas.
Desde ahí, tu fiel servidor que cuidaba tumbas te obsequió todo lo que necesitabas para amar lo mejor de ti, tus instintos. Por eso sé que me abrazabas a mí, que era como tu instinto. Y juntos cada noche, cada reunión, hacíamos nuestro romance decapitando, bebiendo sangre, masticando carne, arañando con desprecio pieles, y llevamos tan lejos como nos fue posible nuestros inventos.
Escribimos juntos un libro, para que las parejas más sádicas del mundo, encontrarán la mayor de las diversiones, y así, el romance.
Una vez dicho todo esto, queda, no obstante, una sensación de desasosiego. La razón no es difícil de hallar. Tú sigues bien lejos, y yo te extraño tanto que me muero sin ti. Mi memoria se ha vuelto mañosa, porque me abandona cuando tengo que decidir si debo ir por ti o no. Sino te hubieras metido con ese otro maniático, yo te hubiera sucedido en el manicomio tan rápido como cae la paga a los infieles, pero tu me has sido infiel porque los besos infieles que dan los amantes quedan grabados en las mejillas con marcas de sangre y tus malditas mejillas están embarradas de sangre. Por eso si voy, sé que voy a violarte, que voy a torturarte y a matarte para que seas generosamente recompensada. Y a la vez, yo me recompensaré con el odio, con ese amor que gentilmente me dice que te estoy extrañando. Con ese odio de estar solo de nuevo, de saber que volveré a cuidar tumbas y que cuando vea la estúpida lápida del cuervo, pensaré en ti en romance, como una especie de "cuervomance". Siendo así, cuervomántico nuestro último encuentro. En el curso de nuestras vidas, experimentamos dos clases de encuentros. En uno de esos encuentros está el breve silencio que nos obliga a besarnos y perdonarnos, y el otro, aquel que nos obliga a separarnos hasta matarnos.
Voy hacía ella, no tardaré en llegar. Me reuniré esta misma noche contigo amada mía y te pienso hacer leer estas letras. Aunque no las veas, aunque nunca te importen, cuando muera estas letras te harán estar conmigo si lo quieres. Y yo te hablaré a través de ellas solo para decirte, quizá no diciéndote, que te amo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario